En medio del ajetreo de la campaña electoral la pareja celebró 14 años de casados.
El pasado martes, en medios de reuniones y encuentro con la comunidad el aspirante a la alcaldía de Santa Marta Jaime Cárdenas y su esposa, la comunicadora social, Lisset García, celebraron 14 años de casados.
La creencia en Dios, la fe y la perseverancia, son los ingredientes únicos para que los milagros se cumplan. Como “En el amor en los tiempos del cólera” de García Márquez, se cumplió lo que tenía que suceder.
El 13 de octubre del 2000, ad portas de graduarse, la estudiante de Comunicación Social de la Universidad Autónoma del Caribe, Lisset Marcela García Quiñónez, recibió la noticia más dura en su vida, fue diagnóstico de leucemia. El mundo para ella y su familia se cayó.
Era apenas una jovencita con la vida por delante y con el mayor deseo de vivir. El llanto y la tristeza, se apoderó de ella. Renegó en su momento del porqué tenía que morirse. Fue el momento en que decidió acercarse a Dios a través de la iglesia Comunidad Cristina Integral y hacer un acto de contrición de lo que ella consideraba eran sus errores- recuerda-. El tiempo que quedaba era poco y debía encontrar su paz con ella misma, antes del anuncio de la inesperada partida.
Por esos días hubo un robo en la iglesia en donde ella asistía. Hasta allí llegó una unidad del Cuerpo Técnico de Investigación Judicial (CTI) liderado por un tal Jaime Cárdenas, quien encabezaba el equipo a fin de esclarecer el hurto. El funcionario, dice Elina, la hermana de él, quien también asistía a esa iglesia, le llamó la atención la joven Lisset, ¿quién es esa muchacha? Preguntó.
Es una joven que tiene leucemia y le dieron solo 7 meses de vida, le respondió su hermana- pero es muy bonita, ripostó el investigador. “Desde el primer día que la conocí, supe que era la mujer que Dios me había dado como esposa”, recuerda Jaime.
Las investigaciones fueron la excusa perfecta de Cárdenas para ir a la iglesia y seguirle la pista a Lisset. De esta manera empezaron a cruzar algunas palabras. “Yo no quería nada de nada con nadie. Jaime era cursi y eso no me gustaba, era muy serio y siempre me sacaba la silla para que me sentara dice Lisset. Cuando hablamos de lo que yo padecía, él me dijo muy seguro, que yo no me iba a morir y que iba a ser muy feliz, yo desde luego no le creí”.
Al paso del tiempo, Cárdenas ya le había confesado su atracción por Lisset a su hermana Elina. Jaime y Lisset habían entablado una extraña amistad en donde ella correspondía más con rechazo y desplantes, sin embargo, encontraba tranquilidad y motivación cada vez que hablaba con él- yo sabía que le gustaba pero no me lo decía- manifiesta. Sin embargo, una vez vi que llegó y le abrió la silla a una amiga mía y a mí solo me saludó, sentí muchos celos, me sentí ignorada por Jaime.
Tiempo después supe que un amigo de él le había dicho que cambiara la táctica conmigo porque según su amigo, me estaba “botando toda la corriente”. Ése suceso de la silla, que no entendí cambió mi forma de verlo, aún no me gustaba pero me hacía mucha falta, así fue que lo llame y lo invité a cenar para presentarle disculpas por los desplantes que yo le había hecho.
Se empezaron a encontrar pero Cárdenas no se atrevía a “echarle los perros”. Un día el partió a Bogotá por asuntos de trabajo y ella lo echó mucho de menos. “Señor si este es el hombre de mi vida haz tu que se manifieste”, evoca. Así fue, esa noche recibió un ramo de rosas rojas en su casa de parte de Jaime.
Al día siguiente de su llegada, fueron a San Valentín, un restaurante de moda para la época y la formalización del noviazgo que se concretó 3 años después de haberse conocido. “Él tenía un bigote que no me gustaba y esa fue una de las condiciones para iniciar. “Al día siguiente apareció afeitado”, dice entre risas.
Habían pasado 4 años del fatídico diagnóstico y yo seguía viva aferrada en la misericordia de Dios y el amor de Jaime. Aún tenía mis temores, el tratamiento avanzaba pero los médicos me decían que en cualquier momento me podía morir, no se pudo hacer el trasplante de médula, porque yo no soy afín con mis hermanos.
El 3 de septiembre del 2005 se casaron, la luna de miel transcurrió entre sus trabajos y la casa. Ella en el Concejo y la Quinta de San Pedro en acciones de prensa y el en sus labores judiciales. La quimioterapia le había cerrado la oportunidad de procrear, era un riesgo, decían los médicos.
Lisset pasó a trabajar en la UCC y allí sufrió una fuerte recaída que hizo pensar en el final, no obstante la fe y el amor entre ella y su esposo, de nuevo hizo florecer su vida. Aún con planificación a bordo Lissett salió en embarazo, que perdió los 4 meses, el suceso fue un fuerte llamado de atención de parte de sus médicos.
Tras esa recaída y la imposibilidad de darle hijos a Jaime, ella le dijo que era mejor separase, sin embargo, el enorme amor de Jaime hizo que se unieran aún más fuerte. Desafiando las leyes de la naturaleza, pero confiando en la fe celestial, Josué Kalev llegó un 3 de diciembre del 2012 y les iluminó la vida. Por ese entonces Lisset había sido pensionada por el Seguro Social, razón por lo cual le condonaron la deuda del apartamento que pagaba para la época.
Nadie podía creer en el milagro de Josué, que después se repitió el 8 de diciembre del 2015 con venida de Victoria.
Después de muchos exámenes médicos, Lisset no tiene ni padece de la leucemia diagnosticada, esa que le daba 7 meses de vida. 20 años después está curada, su pensión fue suspendida por dictamen científico, vive una vida larga, llena de felicidad al lado del hombre que no le gustaba, pero del que hoy está perdidamente enamorada y quien la sigue motivando en la fe divina. Lisset García y el candidato a la Alcaldía de Santa Marta, Jaime Cárdenas se convirtieron en un milagro de amor, estable y duradero.
