En una Europa que ha iniciado el desconfinamiento paulatino, Italia, que lleva enclaustrada dos meses y sigue convaleciente de la pandemia de COVID-19, espera con ansias el lunes 4 de mayo para ver la suspensión parcial de las restricciones.
Los italianos esperan con impaciencia la reapertura de parques, la posibilidad de visitar a la familia o de reuniones de 10 personas como máximo, desplazamientos circunscritos al interior de la comuna de residencia o la venta para llevar en bares y restaurantes.
“Quiero llevar a mi anciana madre al mar, ¿puedo?”, se preguntaba Pietro Garlanti, de 53 años, con mascarilla y guantes de plástico, al comprar el periódico en un kiosko de Roma. “Espero que los diarios nos digan lo que podemos hacer o no”.
El domingo por la mañana, al igual que en los últimos dos meses, las grandes avenidas históricas del centro de Roma estaban casi desiertas. Solo algunos deportistas rompían el silencio atronador haciendo jogging alrededor del edificio o los amantes del aeróbic matutino en las terrazas.