En 2011, la justicia colombiana decidió que ninguno de los jóvenes involucrados tenía responsabilidad penal en los hechos.
Hace quince años, una fiesta de disfraces en el norte de Bogotá terminó en una de las tragedias más recordadas del país. Luis Andrés Colmenares Escobar, estudiante de una de las universidades más prestigiosas del país y con apenas 20 años, apareció muerto en un canal de aguas lluvias del parque El Virrey, en la madrugada del 31 de octubre de 2010.
Aquel Halloween reunió a un grupo de jóvenes universitarios que apenas se conocían. Entre ellos estaba Laura Moreno, quien según su propio testimonio fue la persona que vio el cuerpo de Luis Andrés en el canal. Su relato marcó el inicio de una historia llena de dudas, contradicciones y una larga batalla judicial.
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En 2011, la justicia colombiana decidió que ninguno de los jóvenes involucrados tenía responsabilidad penal en los hechos. Sin embargo, el Tribunal concluyó que la muerte de Luis Andrés no fue un accidente, sino un homicidio, lo que mantuvo vivo el misterio y la controversia alrededor del caso.
Durante las primeras horas, las autoridades asumieron que se trataba de un joven ebrio que había caído accidentalmente. Pero tres personas se negaron a creer esa versión: una bombera, que advirtió inconsistencias en el relato de los testigos; la madre de Luis Andrés, convencida de que su hijo no se había perdido en el parque; y su hermano Jorge, quien, con apenas 15 años, sostenía que su hermano jamás habría estado solo.
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Doce horas después de haber sido reportado desaparecido, el cuerpo de Luis Andrés apareció en el mismo lugar donde ya lo habían buscado sin éxito.
Esa aparente contradicción, junto con los vacíos en las declaraciones, convirtió el caso en un enigma judicial que aún divide opiniones y despierta emociones.
Hoy, quince años después, la historia de Luis Andrés Colmenares sigue presente en la memoria colectiva del país como uno de los episodios más enigmáticos y debatidos de la justicia colombiana.



 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 