Lejos de convertirse en una manifestación partidista, fue un espacio donde adultos mayores y jóvenes compartieron el mensaje de que Colombia necesita reconciliación
Vestidos de blanco y ondeando banderas de Colombia, cientos de ciudadanos samarios se volcaron a las calles para alzar su voz, serena pero firme, contra la violencia, la inseguridad y la falta de garantías para los derechos fundamentales consagrados en la Constitución.
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La movilización inició en la estatua de Rodrigo de Bastidas, ícono histórico de la ciudad, y avanzó en completo silencio por la carrera primera, la avenida Santa Rita y la carrera Quinta, hasta llegar a la Catedral Basílica.
Allí, los participantes elevaron una oración colectiva por la paz de Colombia y por la vida del senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, víctima reciente de un atentado armado.
La convocatoria, sin tintes políticos ni partidistas, fue promovida por ciudadanos comunes que decidieron hacer un llamado simbólico y espiritual en medio del clima de polarización y violencia verbal que sacude al país. Con carteles en mano y pasos pausados, los asistentes expresaron su preocupación por el rumbo de Colombia, sin gritos ni confrontaciones, en una caminata cargada de reflexión y respeto.
Durante el recorrido, el nombre del senador Miguel Uribe se convirtió en símbolo de todas las víctimas de la violencia, como testimonio de un país que clama por vivir sin miedo.
