En los 18 kilómetros desde Bonda hasta la desembocadura, hoy no se aprecia otro panorama sino el de un afluente abandonado, lleno de maleza, siendo la cloaca del pueblo, y ni qué decir del botadero de basura en el que se ha convertido.
María y Alfredo, hoy de 60 y 70 años, recuerdan cómo el cauce del río Manzanares hace mucho tiempo era tan fuerte que incluso la gente se bañaba en él; las lavanderas llegaban a las orillas con el ‘manduco’ y la pelota de jabón y cumplían su tarea. Hoy la nostalgia de un pueblo se despierta al ver que de aquello tan paradisíaco no queda nada.
El imaginario colectivo ha ido deconstruyendo poco a poco la imagen caribe que la literatura e incluso la cinematografía había recogido, la abundancia de agua quedó en el pasado. La pareja de ancianos hace reminiscencia de lo que se les pasaba por sus pueriles cabezas por aquella época, “esto nunca se acabará”, pero tremenda sorpresa, sus ojos han tenido que ver cómo se ha ido acabando.
Esta no es una novela donde la ficción vence la realidad. Esta es una de las radiografías medioambientales más claras que el correr del tiempo obligan a no ignorarla.
EL RÍO ESTÁ SECO: EL ETERNO RETORNO DE UN FENÓMENO
La sequía por la que pasa esta cuenca hídrica, según los expertos y monitores del río, es un fenómeno que se repite todos los años, pero debido a la contaminación que enfrenta el afluente va dejando secuelas que empeora su situación ciclo a ciclo. Los niveles bajan porque la naturaleza así lo decide.
“La situación que encontramos en el río Manzanares no es nada nuevo, puesto que se repite todos los años. Vemos este triste panorama, un cauce totalmente seco. Esto obedece a 2 factores, el primero es la sequía que nos afecta cada año y el segundo, la captación ilegal que se da en la parte alta y media; el mangueroducto ilegal evita que llegue agua. Lo único que recibimos es lo poco que desciende del ‘paso del mango’”, dijo William Gallo de la fundación Salva tu río.
Gallo también puntualiza en lo que sería un atentado ambiental, “lo único que vemos correr no es exactamente el agua de la Sierra Nevada, lamentablemente son las aguas residuales que tiran los samarios que viven en sus orillas, algunos de ellos teniendo alcantarillado, pero parece que les resulta más cómodo colocar tubos ilegales que van al río”.
UN RECORRIDO PUTREFACTO
De acuerdo con la inspección hecha por Salva tu río, el hilo de agua que se percibe en algunas partes termina en el sector de La tenería en un charco que se ha convertido, además de basurero, en un estancamiento que genera fuertes hedores.
“Son aguas con mucha contaminación, que acaban con la vida de los peces que tienen su hábitat al final del río. En su desembocadura es el único tramo donde hay un espejo de agua ‘limpia’”, continuó Gallo.
UN RÍO SECO ¿QUÉ LE ESPERA A ESTE PATRIARCA?
En temas de predicción instituciones públicas y privadas han concluido que la recuperación del afluente debe hacerse con urgencia, iniciando por llegar a la conciencia de los samarios que en su extensión viven a la orilla del río, pues, las malas prácticas traumatizan los ciclos naturales.
“Hay varios factores que inminentemente están afectando el río. Debemos analizar la invasión demográfica en la ronda hídrica a lo largo de los 18 kilómetros de extensión entre Bonda y la desembocadura. Mientras exista esta práctica va a ser difícil controlar lo que le está pasando al Manzanares.
Aquí no solo tenemos un problema ambiental sino también uno social, este representado en la cantidad de basuras y desagües que lanzan al caudal. No hay ningún control” indicó William.
“El lecho del río que hoy vemos no es el natural del río, porque este lo llenaron de escombros y basuras. En el recorrido se pueden observar algunos charcos de agua que obviamente generan gran cantidad de mosquitos, ratas, cucarachas e infecciones” amplió el presidente de la fundación.
UN DESTINO COMPARTIDO, REMOLCADORES DE BASURAS
Aunque Gallo y su comitiva han sido activistas del Manzanares, también han tenido participación en otros causes que conforman el listado de ríos y quebradas de Santa Marta, y para sorpresa hay un destino compartido entre estos.
“Desafortunadamente se presenta la misma situación. Tenemos el caso de la quebrada Tamacá que viene por el sector de La Lucha, que además es una derivación de la quebrada Bureche, es la recoge toda la cantidad de basura que termina en el Manzanares a la altura de Villa Alejandría. Es un caño, como también es la Bureche. Ambas son una alcantarilla donde se vierte mucho contaminante”, acota Gallo.
Para este ambientalista lo que le espera a la ciudad durante los próximos 20 años son crisis por desabastecimiento de agua potable. “¿De dónde traer el agua? Yo creo que esta disputa va más allá, pienso que se deben proteger más las fuentes hídricas propias desde su nacimiento hasta la desembocadura. Es increíble que tengamos una Sierra con tantos recursos hídricos y estemos pasando por estas”, concluyó William
¿DE QUIÉN ES LA CULPA?
Las autoridades ambientales de la ciudad han intensificado los cuidados paliativos de un río que amenaza con morir día a día, pero esto jamás será suficiente si no hay una conciencia de los que arrojan escombros y basuras.
Mientras cambia las generaciones, aquel patriarca empoderado de la ciudad desaparece poco a poco ante la aparente mirada indiferente de los nuevos samarios. “Nadie se imagina el dolor que sentimos al ver el río así”, dijeron María y Alfredo.