Gracias a las oraciones de su familia y la fe inquebrantable, Zule Manjarres puede decir que es un milagro de vida.
La pandemia del Covid-19 sin duda fue uno de los sucesos que más ha llenado periódicos a nivel mundial. Muertes, casos positivos, nuevas cepas y vacunación, fueron las palabras que quizá los medios de comunicación más utilizamos en el 2021.
Sin embargo, a pocos días de que culmine el año, es importante destacar las batallas que libraron miles de personas con esta enfermedad y resultaron vencedoras, gracias al trabajo de médicos que desde el primer día le colocaron ‘el pecho’ en la primera línea de combate.
Este es el caso de Zule Manjarrez, una mujer samaria que hoy mira hacia el cielo y simplemente tiene palabras de agradecimiento con Dios y la vida por darle una nueva oportunidad de vivir, luego de pasar muchos días conectada a diferentes máquinas que la mantenían en este mundo.
“Todo empezó en julio empecé a sentirme muy rara, no sentía ánimos de ir a trabajar e inmediatamente me aislé, no sabiendo lo que tenía. Tenía mucho miedo de ir al médico a hacerme la prueba, porque empecé a presentar síntomas de gripa, perdí el gusto, el olfato y empezaron las fiebres”, contó con la voz entrecortada al recordar ese difícil momento.
Con la compañía constante de su esposo, con el cual tiene 3 hijas y una relación de más de 15 años, decidió luego de que la respiración no le diera para más, aún cuando estaba realizando tratamiento en casa con inhaladores, acudir el 16 de julio a la sala de urgencias donde inicialmente le negaron la atención.
“Fuimos a Salud Total donde duré hora y media esperando y luego él me llevó a Avidanti, allí apenas llegué me colocaron oxígeno”, agregó.
Zule, como la llaman sus amigos y conocidos, estuvo durante 2 meses en Cuidados Intensivos, luego de que el 21 de julio presentara un quebranto más fuerte en su salud. Sus pulmones estaban comprometidos en un 90% y la saturación estaba por debajo del 60%, es por ello que tuvo que ser sometida a una traqueotomía.
“Me despedí de mi esposo y me ingresaron a la UCI, en mi mente en todo momento estaba mi familia y mis hijas. Al día siguiente desperté y ya me habían realizado la traqueo, no podía ni hablar ni comer nada”, relata la mujer.
Al momento de despertar, Zule manifiesta que la primera persona que vio fue una enfermera de nombre Nabila, la cual recuerda con mucho amor porque dice que fue un ángel que Dios le mandó para su vida en ese momento tan difícil.
“Ella me peinó y me dijo que iba a poner bonita porque me venía a ver mi esposo, yo no podía hablar ni decir nada porque estaba aún con la traqueo. A los 30 minutos él llegó y yo lo veía normal, sin saber que había pasado tanto tiempo”, agrega.
Para el mes de septiembre del presente año, logró salir de la clínica, pero allí comenzaba otro proceso donde a diario tenía que realizar terapias físicas y psicológicas, citas constantes con neumólogos, internistas y por el tiempo y el impacto de esta inclemente enfermedad su cuerpo sufrió grandes cambios, a tal punto de ni siquiera poder ponerse en pie.
Sin embargo, esta mujer aguerrida, trabajadora, madre y emprendedora sacó toda esa fuerza interna que le proporcionó Dios y su familia para hacerle frente a esas batallas luego de salir del centro médico, como ver el negocio con el que soñó toda su vida cerrar sus puertas.
“Es muy duro ver el sueño que tuve durante tanto tiempo con las puertas cerradas, pero si Dios me permitió estar con vida, él mismo me permitirá reabrirlo”, asegura Zule.
Hoy solo quedan lar marcas de todos los aparatos y procedimientos que le realizaron en la Clínica, y a 7 días de que culmine el año esta samaria envía un mensaje de amor para todos los que tengan la oportunidad de leer y conocer esta historia de vida.
“Valoremos a nuestros seres queridos, que demos gracias a Dios por estar sanos, a veces renegamos por tanto y no damos gracias. El solo hecho de estar sano es una gran bendición que debemos agradecer”, puntualizó.
