Esta monja italiana confesó haber cometido un grave delito, en el que aprovechó su estatus de madre superiora para realizarlo. Conozca detalles de esta increíble historia.
La protagonista de esta increíble historia, una monja del municipio de Ariano Irpino, ubicado en Campania, sur de Italia, fue arrestada en las últimas horas por cometer un “pecado”.
Se conoció que esta religiosa de la Congregación del Espíritu Santo ha sido puesta bajo arresto domiciliario tras ser acusada de sustraer joyas y objetos de valor, provenientes de ofrendas realizadas por los fieles en varias parroquias de la diócesis de Ariano Irpino.
La investigación se inició después de que el obispo de la localidad denunciara la desaparición de alhajas donadas a la Iglesia.
Según informó la Fiscalía de Benevento, la monja, que ocupaba el puesto de madre superiora en la Curia Episcopal, confesó haber vendido gran parte de los objetos robados.
“La mayoría de las piezas de oro han sido fundidas y, por tanto, son irrecuperables”, señalaron fuentes cercanas al caso.
Entre los artículos sustraídos se encontraba una reliquia de San Nicolás de Bari, un objeto de gran valor espiritual, engastado en un medallón de metal.
La religiosa, quien tenía acceso exclusivo a las joyas y objetos sagrados resguardados en la Curia, fue arrestada después de que los Carabineros (policía militarizada) hallaran pruebas contundentes de su responsabilidad en los hechos.
Tras vender las piezas, la religiosa habría transferido los fondos obtenidos a cuentas en el extranjero, según confirmaron las autoridades.
Durante los registros realizados en la vivienda de la religiosa, los investigadores lograron recuperar parte del botín. Entre los objetos incautados se encontró un lingote de oro fundido y varios exvotos de plata y joyas, algunos de los cuales estaban escondidos en el cesto de la ropa sucia en su habitación personal.
El caso ha generado conmoción entre los fieles de Ariano Irpino, dado que los objetos robados, muchos de ellos exvotos, representaban una profunda devoción religiosa y habían sido donados como actos de fe. “La traición a la confianza de la comunidad es un hecho muy doloroso”, señalaron desde la diócesis.
El juez a cargo del caso ordenó la detención domiciliaria de la monja, al considerar que existía un riesgo de fuga debido a sus conexiones internacionales. La religiosa admitió su culpabilidad cuando se le notificó la medida judicial.