En el municipio de Altamira, Huila el Alcalde y los cerca de 5.000 habitantes le declararon la guerra al coronavirus y lo hicieron de una manera particular. Usaron filosos alambres de púas para frenar el contagio de esa enfermedad que comenzó a extenderse de Neiva a otras poblaciones.
De acuerdo con El Tiempo desde el 20 de marzo pasado, cuando el gobierno ordenó el toque de queda y el aislamiento social, las calles de esta población colonial fueron cercadas con estos alambres que impiden el ingreso de personas y hasta de animales a la zona urbana.
Efraín Calderón, alcalde de este municipio manifestó que los alambres y barricadas en tierra son para evitar el ingreso de personas contagiadas que pueden poner en peligro la salud de los habitantes.
“Se mantiene una única entrada y salida en la zona urbana, con presencia de personal de salud y de Policía y Ejército, que se encargan de hacer trabajos de registro de personas y desinfección”, afirmó el mandatario.
Ciudadanos consultados, que permanecen encerrados en sus casas, aplauden la medida “porque nadie quiere sufrir esa enfermedad, y nos unimos para protegernos nosotros mismos”.
Dicen que la medida es necesaria toda vez que Altamira, que está a 2 horas de Neiva, a un costado de la vía central que conduce a Pitalito, es a la vez paso obligado para ir a los departamentos de Caquetá y Putumayo, así como a la frontera con Ecuador donde el virus avanza.
Esa posición geográfica genera permanente paso de vehículos de carga y pasajeros por el municipio, así como de viajeros y turistas que detienen un momento su marcha para saborear allí los deliciosos bizcochos de achiras, gelatinas de pata, roscas de maíz, arequipe, bocadillos de guayaba y bizcochos de natas, todos preparados por familias que derivan su sustento de esos apetecidos productos típicos.
“Nos da temor que un turista nos contagie del virus”, dijo un ciudadano.
Acudir a los alambres de púas es, tal vez, una obligación porque el municipio no cuenta con atención en salud ya que el Hospital fue cerrado en 2013, según algunos habitantes, por la crisis económica del sector y la pésima administración que le dieron, lo que terminó asfixiando sus finanzas.
Para la atención en salud sus habitantes deben desplazarse a poblaciones vecinas como Garzón y Guadalupe, pero eso implica más gastos.