A pedal el fiscal Salustiano Fortich tiene en aprietos al Alcalde de Santa Marta. Y literalmente es así, pues curiosamente en bicicleta se desplaza el encargado por el órgano acusador para demostrar la presunta responsabilidad de Rafael Martínez y Carlos Caicedo, en las irregularidades de la salud en Santa Marta.
Irónicamente muchos pensarían que rodeado de escoltas y en tremenda camioneta se moviliza el fiscal, sin embargo para desarrollar sus actividades investigativas prefiere andar en bicicleta.
No es Nairo Quintana, tampoco Rogoberto Urán, pero a la hora de adelantar una investigación desde su despacho se desplaza en su “burrita” o la “santro”, como en los pasillos del edificio Galaxia llaman a la bicicleta negra del acucioso fiscal.
Poco se le escucha mencionar palabras con los medios, las veces que ha sido captado en cámara ha sido con una montonera de carpetas y pendiente “echándole un ojito a la cicla”, que deja a las afueras del edificio donde funciona la Fiscalía en Santa Marta.
Salustiano es un nombre poco común, pero seguramente debe estar en la memoria de Carlos Caicedo y Rafael Martínez, pues es el que viene recusando con pruebas, la presunta responsabilidad del líder de Fuerza Ciudadana y el Alcalde de Santa Marta, en el declive de la salud en Santa Marta.
Solitario llega a las audiencias a enfrentarse jurídicamente a por lo menos 10 personas entre enjuiciados y apoderados y a la bien organizada barra institucional de la administración distrital.
El trabajo de este fiscal adquiere grado sumo en la defensa del interés en proteger el erario de los samarios y la nación pese a la precaria situación de logística en que encamina su labor.
Para quienes lo conocen, ayer notaron el fuerte contraste que causó su andar en bicicleta contrario a los vehículos de alta gama que exhiben los investigados, contratistas y empleados de la Alcaldía que llegan a hacer barra.
Muy temprano se le ve llegar, tropezado por la brisa y el fuerte sol, pero con una botellita de agua y reposando se alista para las audiencias y adelantar las investigaciones en sus procesos.
Casi siempre con camisa blanca, jeans y con el candado para amarrar su caballo de acero negro, con el que se convierte en un caballero que lucha contra dragones, lagartos y otros monstruos de la corrupción.
Al final de la jornada como aquella canción, “el tiempo acaba la fiesta y me voy solito pal valle”, Salustiano agarra su cicla y solito pedalea hasta su casa.