Mientras el país se pegaba a los radios, televisores y las plataformas digitales para disfrutar del partido Colombia vs Venezuela, un hecho particular se hizo célebre, el canto de Poncho Zuleta.
Y no era una tarima frente a seguidores del vallenato, tampoco era una parranda, era un homenaje al país, en el que Zuleta cambió el sonido del acordeón por el eco del Raymond James de Tampa y las notas de ‘Mi hermano y yo’ por el himno de la república de Colombia.
Poncho vistió guayabera como cuando García Márquez lo llevó a él y a su hermano Emiliano a Estocolmo para recibir el Nobel de literatura aquel 10 de diciembre de 1982; como lo diría García Márquez, y Escalona lo escribiera en una canción: “para que el Rey escuchara acordeón”.
En esta ocasión vestido todo de blanco Zuleta no cantó frente a los vikingos, sino frente a miles de colombianos que se encontraban en el estadio y otros millones que estaban pegados a las transmisiones deportivas.
Poncho Zuleta soltó su chorro de voz, demostrando que a pesar de su cercana longevidad, su capacidad para el canto sigue intacta, siendo un caso único en la música mundial.
Tomás Alfonso Zuleta Díaz, ‘el pulmón de oro’ que hizo vibrar a los colombianos con el himno nacional.
