La ciudad, que este año celebra sus 500 años de fundación, recibió con profundo pesar la noticia del fallecimiento del Papa Francisco, quien en vida expresó su deseo de acompañar los 50 años de la Diócesis en 2033.
La Diócesis de Santa Marta amaneció este lunes de Pascua con una noticia que sacudió a la comunidad católica del mundo entero: la muerte del Papa Francisco, justo un día después de la celebración de la Resurrección del Señor. Desde esta ciudad caribeña, la Iglesia local recordó con emoción y cercanía el vínculo que el Pontífice argentino llegó a expresar con la historia de esta tierra.
En un comunicado difundido por la Diócesis, se recordó una conversación entre obispos colombianos y el Papa, durante la visita ad limina realizada en 2023, en la que se le habló de los 500 años que cumpliría Santa Marta en 2025 y de los 50 años de la Diócesis en 2033. Con su característico humor, Francisco respondió: “Me apunto para el 33”.
Ese gesto sencillo, casi anecdótico, cobra hoy un valor simbólico. La ciudad no solo pierde al líder espiritual de la Iglesia católica, sino a un pastor que, a pesar de la distancia, expresó afecto y cercanía con la historia eclesial de Santa Marta.
“Su vida fue puro evangelio vivido”, expresa el mensaje oficial de la Iglesia local, que llama a los fieles a orar por su alma y a rendir homenaje con sobriedad, fe y gratitud. Se recomendó celebrar misas en su memoria durante toda la semana, utilizando ornamentos rojos como signo litúrgico, y tocar las campanas de los templos a las 6:00 de la tarde como señal de duelo y oración.
El Papa Francisco será recordado en esta región no solo como el primer Pontífice latinoamericano, sino como un testigo del Evangelio que habló con claridad, vivió con humildad y caminó al lado del pueblo. La Diócesis, ahora, se une al luto de la Iglesia universal, pero también conserva el recuerdo vivo de un líder que, hasta el final, supo ser cercano.
“Hoy lloramos su partida, pero también celebramos su legado”, concluye el mensaje, en una mezcla de tristeza y esperanza, la misma que marca el espíritu pascual que inspiró su vida y ministerio.
