En muchas urbes y ciudades de nuestra América como diría José Martí, los centros históricos fueron abandonados y tomados por la indigencia, la delincuencia y la cultura de la ilegalidad.
Pasaron de ser el lugar donde se sentía con mayor vigor el pulmón de la ciudad, en que se tomaban las decisiones más importantes, o donde se debatía el destino de su futuro más inmediato, era el ágora por excelencia; a ser un sitio lúgubre, frío, sucio, mal oliente y en donde se cranean muchas de las mayores perversidades de la vida citadina.
Todo ello obedeció a que los actores ciudadanos, los agentes económicos y los gobiernos, lo veían como el centro de la decadencia de la democracia, así se empezó a desvalorizar su notable y valiosa contribución a la historia de la ciudad y la vida económica de las ciudades y las urbes.
Hoy vamos entendiendo que en cada metro, en cada calle, en cada lugar emblemático, en cada nombre de su cuadratura existe un momento de la historia, de cómo se construyó, quienes han estado presente en diversas ocasiones e instante de la vida urbana.
Las ciudades puertos tienen un inmenso significado en la tradición de los conglomerados urbanos, fueron y siguen siendo formas y los puntos de partida para conectarnos con el mundo, por ellas ingresaron muchos bienes, servicios y productos, la cultura que posteriormente disfrutamos, pero también llegaron diferentes personas de las distintas corrientes migratorias que optaron por este lugar, llamado la perla de América.
El Distrito de Santa Marta y su centro histórico, tienen en la actualidad una composición poblacional profundamente diversa, están los franceses, los migrantes de las Españas, alemanes, belgas e ingleses; pero también se hacen presentes boyacenses, Santandereanos, Paisas, Cundinamarqueses, llaneros, vallunos, Caucanos y de todos los sitios del Caribe colombiano, y finalmente los integrantes de los pueblos originarios. Nuestra ciudad es una compleja fusión de razas, lenguas y culturas; esta composición variopinta se ve alterada por la presencia de nuestros vecinos venezolanos.
La economía del centro histórico, tiene su mayor dinamismo, en la cadena de valor del turismo, aquí se encuentra su principal fuente de empleo, el pago de impuestos, la formalización empresarial y una de las mejores ofertas gastronómicas de la ciudad. Sinembargo, este lugar es un sitio de disputa de la legalidad y las buenas prácticas empresariales, que buscan establecerse y expandirse por todas sus venas para mostrar el valor agregado, sus efectos multiplicadores y, los que, desean mantenerse en el escenario ilegal e informal.
La realidad es que aquí en la ciudad, existe un profundo y a veces soterrado debate, sobre el rol y el papel del centro histórico como una de las centralidades, que debe tener el Distrito para lograr su desarrollo sostenible e incluyente; pero, para otros es solo un escenario donde extraer beneficios; para algunos es solo una inversión pública con la que lograr un embellecimiento estético; y están los otros, los que consideran que lo pertinente es avanzar en la renovación urbana resultando que, las alternativas son mucho más complejas, van más allá de lo superficial; y es aquí, donde debemos ubicar la reflexión y el análisis.
Es supremamente importante que se construya el camellón, que tenga una profunda innovación en su diseño y ejecución, que modifique parte del entorno, pero también hay que pensar, en cómo no se vuelve un modelo excluyente que desplace a agentes económicos y sociales, que históricamente han estado presentes en este nano territorio garantizando derechos y oportunidades para todos.
También todos estamos deseosos que intervervengamos la carrera quinta, que se avance en su recuperación; pero existe la responsabilidad y el compromiso de estudiar el modelo de revitalización, por que no todo puede seguir igual, pero tampoco podemos ser irresponsable desconociendo una realidad económica, la subsistencia de numerosas familias en el comercio informal.
Pareciera que estuviéramos atrapados entre una mentalidad tribal primitiva y un mundo indundado de información irrelevante; esta situación nos aleja de lograr un verdadero camino, para alcanzar un modelo de intervención innovador e incluyente.
Lo que pudimos observar el sábado pasado, fue una comunidad vibrante, que empieza a tener un fuerte sentido de pertenencia, que busca crear una identidad, esos elementos son fundamentales para lograr un mayor nivel de participación en la formulación del nuevo ecosistema del centro histórico.
Lavar las fachadas de los edificios, de las oficinas, de los negocios, limpiar las redes de alcantarillado y las de acueductos, cortar las ramas de los árboles que significan peligro para los ciudadanos, restablecer las conexiones eléctricas, pintar el frente de las casas, las esquinas, renovar los andenes y recoger 80 toneladas de basura y residuos orgánicos, fueron actividades importantes, que se alcanzaron por la perseverancia y la participación de los voluntarios, de los trabajadores de las empresas y el liderazgo múltiple de los diferentes actores.
En la noche del sábado recorrí conjuntamente con la Policía nacional, los integrantes de la UDEP y otros integrantes de la Secretaría de Gobierno, gran parte del centro histórico, pude ver con mucho digusto, cómo nuevamente actores y agentes económicos legales e informales, no cuidan los logros alcanzados. Pareciera como si la informalidad del comercio de calle quisiera transitar los caminos de la ilegalidad y el desorden social.
Desde Alegra, un nuevo lugar para pensar creativamente el centro histórico del Distrito de Santa Marta.
Por: AABulaR