En el cajón donde presuntamente estaba sepultado su bebé de 7 días de nacido, solo había pañales y jeringas.
Con el dolor que genera la impunidad y la pérdida de un ser que salió de sus entrañas, una madre de 23 años llegó al Instituto de Medicina Legal seccional Magdalena a realizar una protesta pacífica para que le den respuesta sobre lo que pasó con el cuerpo de su hijo fallecido, debido a que el ataúd que le entregaron estaba lleno de pañales y jeringas.
El calvario de Dana Manjarrés Vega inició el 1 de julio de 2020, cuando fue llevada a la clínica El Prado luego de presentar complicaciones de salud que ocasionaron la realización de una cesárea de emergencia cuando tenía sólo 7 meses de gestación.
Tras dar a luz, Dana asegura que ninguno de sus familiares pudo ver o conocer nunca a la criatura por el estado de salud que presentaron ella y su bebé que nació prematuro.
Ambos fueron ingresados a una Unidad de Cuidados Intensivos –UCI-, y aunque 12 días después Dana logró recuperarse satisfactoriamente, su hijo no corrió la misma suerte y -según dictamen médico- murió por complicaciones físicas y fue sepultado.
Sin embargo, un mes después de haber pasado el deceso del menor, la desesperada madre recibió una llamada de la psicóloga de la clínica, quien le realizaba seguimiento al caso.
“Lo curioso del caso es que en esa llamada la psicóloga me preguntó por el estado de mi hijo, como si estuviera vivo, lo que activó las alarmas como instinto de madre”, manifestó Dana.
Además, “el 15 de julio a mi hijo supuestamente le practicaron una prueba covid-19 que salió negativa. ¿Cómo va a ser posible si para esa fecha él ya estaba sepultado’, ¿a quién le hicieron la prueba?”, se pregunta la mujer.
Los familiares de Manjarrés, en la búsqueda de encontrar respuestas de lo que realmente había sucedido con el infante, realizaron la exhumación del cuerpo.
En ese sentido, el pasado 26 de enero, funcionarios del grupo de criminalística del CTI arribaron hasta el cementerio San Jacinto de Gaira y realizaron la diligencia judicial encontrándose con una gran sorpresa.
“El día del procedimiento lo único que hallamos fue una jeringa, unos paños desechables, unas sondas y una especie de agua negra que salía de la bolsa plástica”, acotó Manjarrés.
Desde entonces esta madre continúa en la lucha de saber qué pasó con el cuerpo de su hijo y si realmente murió, porque nunca pudieron verlo. ¿Quién responde?