Se estima que cerca del 40% de los migrantes que se dedican al ‘rebusque’ han regresado en masa a su país, dado que el congelamiento de sus actividades comerciales no le permite la subsistencia.
Las últimas medidas adoptadas por los gobiernos nacionales y locales han causado efectos secundarios en la economía de las regiones, afectando la empresa formal y la informal esa que sobrevive al día a día con el famoso ‘rebusque’, ventas ambulantes que quedaron a la deriva por las acciones tomadas en esta emergencia mundial.
No solo la población colombiana dedicada a las ventas informales ha sufrido por esta parálisis comercial, sino también aquellos venezolanos que llegaron al país tras una fuerte crisis y dedicándose a las actividades propias de la economía de la subsistencia, incluyendo aquellas mujeres que engrosaron las listas de trabajadoras sexuales en la ciudad.
El cierre de discotecas, bares, restaurantes y otros sitios nocturnos después de las 08:00 de la noche genera caos en los ingresos de un sector del proletariado migrante, así como también la clausura temporal de playas, balnearios, y otros sitios de aglomeración, donde en torno a estos se concentraban su fuente de producción.
En la capital del Magdalena según Migración hay 39.506 venezolanos, de los cuales el 71% no tiene definida su situación legal y serían estos los que han empezado a salir masivamente de la ciudad en solo 3 días que lleva la parálisis. Ante la falta de ingresos que le aseguren el sostenimiento, prefieren volver a su país y esperar que la calamidad pase.
“Yo vendía agua, cervezas y dulces en la playa, pero la gente no quiere venir a Santa Marta. Lo poquito que me estoy ganando me toca pagarlo en arriendo, y entonces ¿Con qué como? Prefiero volver a mi país mientras esto se soluciona”, explicó un viajero venezolano que desde Mamatoco salía rumbo a su país.
Quienes también se han visto afectadas por este traspié financiero son las trabajadoras sexuales provenientes de Venezuela, indican que “como no podemos camellar en las noches por el toque de queda no nos queda de otra que irnos. Los clientes se han alejado, ya no vienen casi extranjeros, así que ya los ingresos han bajado mientras que las deudas han subido. La persona de la pieza nos sigue cobrando y además no tenemos como comer”, dijo ‘La Chama’ como se hace llamar.
Asimismo, otra de las venezolanas que comercializaba tinto, mecato y cigarrillos en el sector de la Terminal de Transportes indicó que “las ventas han disminuido bastante, ya no llegaba casi gente. Hubo días que no vendía nada. Mi turno era por las noches, pero no alcazaba a trabajar ni 2 horas porque a las 8:00 debía irme, por el toque a esa hora no había nadie. La terminal ha mantenido sola”.
Este acontecimiento internacional puede significar una doble calamidad para los extranjeros, pues, si por aquí llueve, por allá no escampa. Y aunque la frontera ha sido cerrada para evitar el cruce de viajeros, las trochas siguen siendo el escape de muchos venezolanos que por el momento no encuentran subsistencia en la capital del Magdalena.
