Mujeres víctimas de desplazamiento tienen en firme una sentencia de restitución que las legitima como dueñas de sus predios. Pero no han podido retornar, una de ellas ya falleció sin lograr el cumplimiento de la sentencia.
Casi 15 años después de la desmovilización de las autodefensas, las mujeres que sobrevivieron a todas las atrocidades de alias ‘Jorge 40´ aun con sentencia de restitución de tierras en mano siguen sin poder regresar a su tierra y bajo amenazas.
A 58 familias de la vereda Oceanía en el municipio de Sabanas de San Ángel (Magdalena), la Unidad de Restitución de Tierras las reconoció como despojadas desde 2015. Luego el Tribunal de Cartagena ordenó que les restituyeran las tierras, al reconocerlas víctimas del conflicto armado. Sin embargo, cuando han intentado volver son recibidas con violencia, y hasta una magistrada ya pidió investigar la negligencia del Gobierno y de las alcaldías locales en el caso.
La mayoría son mujeres cuyos esposos fueron asesinados por el bloque Norte y las llaman “las viudas de Jorge 40”. Los homicidios de sus parejas fueron reconocidos por paramilitares y, según la Fiscalía, el despojo fue parte, más que de una estrategia contra la guerrilla, de un intento por controlar un corredor clave para el narcotráfico.
Así lo explicó la Unidad de Restitución de Tierras al resolver este caso en 2015: “Por su ubicación geográfica y su extensión, el copamiento de los territorios aledaños a Oceanía y sus anexidades empezó por el control de los ejes viales que conectaban los corregimientos y caseríos próximos a la vereda con las cabeceras municipales”.
Cuando el caso pasó al Tribunal de Cartagena, la conclusión fue que, en efecto, habían sido despojadas: “Las declaraciones de parte de las solicitantes fueron consistentes y elocuentes, las cuales, sumadas al hecho de estar probado un contexto de violencia generalizado y las demás pruebas documentales señaladas, dan cuenta de una serie de hechos victimizantes ante la presencia e incursión de grupos al margen de la ley en la zona donde se encuentran ubicados los inmuebles, quienes ostentaban el dominio territorial en la zona, lo que trajo consigo que las demandantes perdieran la relación que tenían con los inmuebles reclamados en aras de salvaguardar sus vidas”.
Además, el Tribunal de Cartagena desestimó el pedido de quienes se oponían a la restitución, como Manuel Salvador Meza Gamarra, investigado por nexos con paramilitares, y su familia; la pareja de empresarios Hernán Cuello y Gloria Sandoval, entre otros. Todos compraron las tierras, al parecer, a testaferros de paramilitares y el Tribunal concluyó que no demostraron “buena fe exenta de culpa”.
Es decir, “se limitaron a demostrar que los solicitantes (las víctimas) vendieron sin ningún tipo de amenaza, cuando la exigencia estaba encaminada a demostrar la certeza, mediante la realización de averiguaciones, de que se está obrando conforme a la ley”.
El 9 de abril de 2019, el día de la memoria de las víctimas, una comisión liderada por el juez segundo de Restitución de Tierras de Santa Marta, en la que participaron todas las víctimas que el Tribunal había ordenado restituir, llegó hasta Sabana de San Ángel. Allí les avisaron que la vía hacia Oceanía estaba cerrada, pero siguieron con su camino y, al llegar a la vereda, encontraron una protesta y quema de llantas.
“La vía de acceso al predio de mayor extensión denominado Oceanía y sus anexidades se encuentra bloqueada con llantas incendiadas y maderas atravesadas, lo que impide la entrada del equipo judicial y de las demás personas que acompañan la diligencia y, por ende, la práctica de la entrega material de los inmuebles auxiliada en comisión por este despacho”, se lee en una constancia escrita de puño y letra por el juez en la que, además, compulsó copias a la Fiscalía para que investigara lo sucedido.
Después de ese 9 de abril ha habido otros intentos de restituir los predios. Todos fallidos. Una de las beneficiarias de la restitución, Teresa Caro, ya falleció sin poder regresar a su tierra. Ellas saben que los años les están pasando factura, pero no se rinden.