Lo que para muchos parecía un sueño lejano, hoy es una realidad palpable gracias al esfuerzo colectivo.
Este domingo 11 de agosto marca un hito en la vida de los residentes del barrio Villa Leidy en Gaira. Luego de un largo tiempo de precariedad y promesas vacías, la comunidad ha inaugurado su propio puente peatonal, ubicado en la carrera 4 con calle 23.
Lo que para muchos parecía un sueño lejano, hoy es una realidad palpable gracias al esfuerzo colectivo de vecinos, amigos, particulares y una edil que decidieron unir fuerzas para construir una solución que el gobierno local les negó.
La historia del puente de Villa Leidy es una crónica de resistencia y autoempoderamiento. Durante meses, la administración pasada prometió la construcción de un puente que nunca llegó, dejando a la comunidad a su suerte.
En su lugar, los habitantes del barrio se vieron obligados a improvisar un cruce sumamente peligroso, utilizando una cuerda y un tubo de agua para atravesar el afluente que divide la zona. Esta improvisada solución puso en riesgo la vida de todos, especialmente de los niños que debían cruzar diariamente para ir al colegio, enfrentando el peligro cada vez que el nivel del agua aumentaba.
Ante la falta de respuesta y cansados de esperar, los habitantes de Villa Leidy decidieron no depender más de las promesas gubernamentales.
Con determinación y trabajo en equipo, comenzaron a reunir recursos y manos dispuestas a colaborar. Con el tiempo y el esfuerzo de toda la comunidad, lograron construir un puente peatonal que hoy les brinda seguridad y tranquilidad.
La inauguración del puente no solo marca el fin de un periodo de incertidumbre y peligro, sino que también resalta la capacidad de la comunidad para tomar el control de su destino.
Este logro es un recordatorio de que, cuando las promesas oficiales fallan, la solidaridad y la acción colectiva pueden hacer posible lo imposible.
Villa Leidy ahora cuenta con una infraestructura que no solo conecta físicamente a sus residentes, sino que también representa la fortaleza y el espíritu indomable de una comunidad que se rehúsa a ser ignorada.