Con eucaristía, juegos recreativos, conversatorios y testimonios inspiradores, la Universidad del Magdalena vivió una jornada cargada de reflexión y alegría, reafirmando su compromiso con el bienestar emocional, la diversidad y la construcción de comunidad.
En el marco del segundo día de la Semana Cultural 2025, bajo el lema “500 años de historia, cultura y diversidad”, la Universidad del Magdalena se convirtió en un epicentro de actividades que unieron espiritualidad, deporte e inclusión en una agenda diseñada para fortalecer el bienestar integral de su comunidad.
Desde tempranas horas, la Plazoleta Central fue escenario de una emotiva eucaristía que reunió a estudiantes, docentes y funcionarios en un acto de fe y unidad. Al mismo tiempo, el campus se llenó de risas y dinamismo con actividades lúdicas como muro de escalar, bumper ball, sumo y gladiadores, promoviendo la integración en un ambiente de sano esparcimiento.
Uno de los momentos más significativos del día fue el panel académico “Experiencias exitosas en salud mental”, donde expertos compartieron herramientas y estrategias para afrontar los desafíos emocionales que enfrentan los jóvenes universitarios. La jornada también incluyó el conversatorio “Ser diferente no está mal”, un espacio que puso en el centro del debate temas clave como la neurodiversidad y la inclusión desde una perspectiva empática y transformadora.
“Hoy estamos de azul como símbolo de unidad, pero también como homenaje a quienes viven con diagnósticos neurodiversos. Este es un acto de respeto y visibilización”, expresó la psicóloga magíster Jeimmy Polo Rojas, directora de Desarrollo Estudiantil de la Universidad.
La participación de la psicóloga clínica Michelle Coccaro dejó una profunda reflexión sobre la necesidad de crear entornos universitarios que abracen la diferencia y favorezcan la inteligencia emocional. “Una universidad no solo debe formar en lo académico, también debe ser un espacio para vivir experiencias que nos humanicen y nos transformen”, sostuvo.
La abogada samaria Hilda María Villamizar Velázquez, madre de un niño con una condición neurodiversa, cerró la mañana con un emotivo testimonio sobre su experiencia personal. “Ha sido una montaña rusa, pero este tipo de espacios nos educan y sensibilizan como sociedad. Me emociona ver a la universidad liderando este tipo de procesos”, dijo entre aplausos.
La programación continuó en la tarde con el desfile y concurso de comparsas, donde el colorido, la música y la alegría recorrieron el campus, demostrando que la cultura universitaria va más allá del aula, y que el arte, la inclusión y la salud mental también hacen parte del proceso educativo.
