Navarro recién se graduó y ya ejerce como entrenador funcional de pausas activas en diferentes dependencias de la Unimagdalena.
Cuando apenas comenzaba a vivir, y con solo 21 años, Cesar David Navarro Altamar, un joven samario lleno de sueños y esperanza, sintió que el mundo se le vino encima en el momento en que una bala perdida hizo que parte de su cuerpo perdiera la movilidad.
Aunque fueron momentos de angustia, en donde la película en la que él era el protagonista parecía cambiar de guion, no sucedió así, los deseos de superación y el apoyo de familiares y amigos hicieron que el rodaje siguiera su curso para un final feliz.
En la ceremonia de grados del pasado 29 de octubre, en la que fueron titulados y certificados 120 integrantes de la familia de la Universidad del Magdalena, un joven valiente y con una sonrisa contagiosa, se imponía entre el grupo de graduandos que poco a poco iban llegando al edificio de aulas Mar Caribe, para disfrutar de uno de los días más importantes de sus vidas: la ceremonia de graduación.
“Quiero darle las gracias a la Universidad del Magdalena y a nuestro rector Pablo Vera, porque han sido fundamentales en todo este proceso. No fue fácil, pero con el apoyo de todos pude salir adelante, es por eso qué mi corazón solo siente gratitud, porque he podido cumplir uno de mis sueños”, manifestó.
El nuevo tecnólogo asegura que, a pesar de las adversidades hay que sacar las fuerzas y seguir luchando por lo que se quiere conseguir. Afirma, además, que los límites están en la mente y que su infortunio lo hizo una persona más fuerte y decidida.
Al recibir su título como tecnólogo, Cesar Navarro, ya está vinculado a la Alma Mater, como entrenador funcional en la Dirección de Bienestar Universitario, dictando clases de pausas activas a funcionarios de la institución, trabajo que ha sido gratificante porque las personas cada día muestran satisfacción y halagan su metodología de enseñanza.