Una epidemia que ha cerrado fronteras y ha controlado las exportaciones de China, aún sigue sin ser registrado con un nombre científico de fácil recordación. Se lo conoce como coronavirus, pero este es el nombre de un grupo de virus al que pertenece. También lo han llamado, temporalmente, 2019-nCoV, pero este es un nombre muy complicado.
Con casi 15 días de estar presente en Wuhan y en otra decena de ciudades del mundo, los expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras entidades investigadoras no han establecido la forma como debe llamarse el brote. La cuestión no es fácil.
“El ponerle un nombre a un nuevo virus es algo que generalmente se retrasa bastante y, hasta ahora, el foco ha estado puesto en la respuesta de salud pública, lo que es comprensible. Sin embargo, hay razones por las que esto debería ser una prioridad”, dijo para la BBC Crystal Watson, académico y profesor asistente del Centro de Seguridad Sanitaria Johns Hopkins, en Estados Unidos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó el nombre temporal de 2019-nCoV, que incluye el año en que fue descubierto, la “n” por nuevo y “CoV”, por coronavirus. Pero no tuvo mucho impacto.
“El nombre que tiene ahora no es fácil de usar y los medios y el público están usando otros nombres para el virus”, explica Watson.
¿DE DÓNDE VIENEN Y POR QUÉ IMPORTAN LOS NOMBRES DE LAS ENFERMEDADES?
“El peligro cuando no tienes un nombre oficial es que la gente empieza a usar términos como ‘virus de China’, y eso puede dar lugar a una respuesta negativa contra ciertas poblaciones”.
Debido a las redes sociales, los nombres no oficiales se propagan rápidamente y luego es difícil dar marcha atrás, apunta.
El nombre es clave, ya que puede generar reacciones de fobias a ciertos elementos que pueden estar relacionados con la enfermedad. Por ejemplo, El virus H1N1 en 2009 empezó a ser conocido como “gripe porcina”. Esto llevó a Egipto a sacrificar todos sus cerdos, a pesar de que fue propagado por personas, y no por estos animales.