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Santa Marta

Ovidio, el testimonio de un milagro en Semana Santa

Conozca la historia del pescador que sobrevivió 48 horas sin agua y comida en alta mar.

Existen muchas historias de naufragios en Taganga, pero ninguna se compara con la hazaña que logró el señor Ovidio en los últimos días.

Y es que en las plazas, calles y tiendas de barrio, el tema de conversación se centra en la historia del pescador que batalló por varios días con el inclemente sol, el inmenso mar y la oscuridad de la noche. Sin contar la deshidratación y el hambre que tuvo que pasar en medio de la nada.

El génesis de esta historia es debido a la situación económica que vivía la familia de Ovidio Lermes, quien como muchos colombianos, decidió buscar sin descanso el sustento de su familia.

“Yo soy desplazado por la violencia y decidí irme a pescar ese día, ya que me quedé sin trabajo y el subsidio que recibía por parte de la Gobernación del Magdalena me lo quitaron de la noche a la mañana”, indicó Lermes en medio de su dolor, por las grietas que tiene en sus labios.

Señaló que desde el mes de diciembre no le consignan esa ayuda y pese a los esfuerzos con su abogado no le daban respuesta alguna.

Es por ello que ese 7 de abril, a las 4:00 de la madrugada, salió de su humilde vivienda, ubicada en Los Almendros, a buscar el pan de su familia. El hombre se dirigió directamente a la bahía de Taganga, donde solía tener exitosas jornadas de pesca.

“Era un día hermoso, que prometía una faena excepcional. El mar estaba tranquilo, la brisa fresca y la temperatura perfecta para atraer peces al anzuelo”, relató Ovidio, quien es un experimentado pescador a pesar de que no es su oficio principal.

Con el sol asomándose poco a poco detrás de las montañas de Taganga, la jornada iba avanzando de manera positiva, sin ningún contratiempo. Ovidio, con el bote lleno de los frutos del mar, decide terminar y devolverse a su casa.

En la ruta hacia la bahía de este sector turístico de la ciudad, el motor se le apaga sin ninguna explicación, este revisa si es por falta de gasolina, pero el tanque estaba lleno.

“Yo estaba en la zona de pescadores, incluso muchos compañeros me vieron cuando me varé, pero no se percataron de lo grave de la situación y siguieron de largo”, expresa Lermes, que al pasar las horas ya no veía a nadie y comenzó su preocupación.

Luego de intentar prender el motor y realizar varios esfuerzos para regresar, una ola, en las horas de la noche, golpea fuerte y voltea su embarcación dejándolo en la deriva.

“Lo primero que hice fue amarrarme las pimpinas de gasolina en mi cuerpo, utilizándolas de flotador y para ahuyentar a los tiburones”, dijo el pescador, recordando que siempre mantuvo la calma a pesar de la situación.

De acuerdo con Ovidio, fueron más de 15 horas en el mar, tratando de llegar hasta la orilla y poder descansar del vaivén de las olas. Tras llegar a tierra firme, lo primero que hizo fue buscar en las botellas, arrojadas por los bañistas, alguna gota de agua.

Efectivamente, uno de estos recipientes tenía el preciado líquido, de inmediato se la echó sobre sus labios para no deshidratarse.

“Eso fue lo que me mantuvo vivo y mi fe en Dios, puesto que nunca perdí la esperanza de volver a encontrarme con mi familia y salir vivo de esa situación”, comentó el hombre, puesto que los helicópteros le pasaban por encima, pero no lo veían.

Luego de varias horas y de estar agotado por el inclemente sol, Ovidio vio a lo lejos un bote de la Arma Nacional, de inmediato sacó fuerza de su debilidad y comenzó a dar gritos diciendo: “aquí estoy, aquí estoy”.

Su amigo Jader, quien iba en la lancha de rescate, le gritaba: “soy yo Jader tu amigo, ya te vamos a sacar. Quédate ahí, tranquilo”.

El pescador manifiesta que cuando vio el bote volvió a nacer, las fuerzas volvieron a su cuerpo y desde entonces vive agradecido porque nunca dejaron de buscarlo y por las oraciones de su familia.

“Es la hora y yo no entiendo cómo pude sobrevivir, es inexplicable cómo puedo estar aquí contándoles mi testimonio por la mano de Dios”, declaró Lemes.

Finalmente, pudo reencontrarse con su amada esposa y sus hijos, quienes lo esperaban con los brazos abiertos.

Ayudas no recibidas

El guerrero pescador le hace un llamado a las autoridades, especialmente a la Gobernación del Magdalena, para que le gire los dineros adeudados y le reactive el subsidio de desplazado, ya que por lo sucedido no puede realizar ningún tipo de labor.

“Tengo mis labios partidos, mis pies están cuarteados y mi cara está deforme por los rayos del sol. Yo no estoy pidiendo una limosna, estoy exigiendo lo que me corresponde como desplazado por la violencia”, señaló.

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