Cientos de médicos, personal de enfermería y trabajadores de la salud en general de todo Estados Unidos dicen que se les obliga a trabajar sin la protección adecuada. Algunos han realizado protestas o han presentado reclamos formales. Otros compran _o incluso fabrican_ sus propios equipos.
El enfermero Mike Gulick tomaba precauciones extremas para no llevar el coronavirus al hogar donde vive con su esposa y su hija de dos años. Después del trabajo pasaba por un hotel para bañarse. Lavaba su ropa con desinfectante Lysol. Todos se lavaban las manos constantemente.
Pero en el centro médico Providence Saint John’s en Santa Mónica, California, Gulick y sus colegas temían atender a los enfermos sin poder colocarse una mascarilla N95. Estos cubrebocas filtran el 95% de las partículas que flotan en el aire, incluso las que atraviesan los tapabocas comunes, pero la gerencia del hospital dijo que eran innecesarios y que no las distribuirían.
En medio del pico de COVID-19 en marzo, Estados Unidos sufrió una escasez crítica de material protector para el personal de salud, en particular los cubrebocas N95, que se fabrican en China. En respuesta a ello, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC por sus siglas en inglés) bajaron sus estándares sobre equipo protector para el personal de salud y recomendaron el uso de pañuelos, a falta de otra cosa.
Su esposa, también enfermera, no sólo usaba una N95 sino que la cubría con una segunda mascarilla al atender a enfermos de COVID-19 en el centro médico Cedars-Sinai en Los Ángeles.
Pero la semana pasada, una enfermera en la sección de Gulick dio positivo para el coronavirus que provoca el COVID-19. Al día siguiente, los médicos que recorrían la sección preguntaron al personal de enfermería por qué no usaban las N95, dijo Gulick y les dijeron que debían protegerse mejor.
Eso, para Gulick, fue el colmo. Junto con un puñado de colegas dijeron a los directivos que no entrarían a las salas de enfermos de COVID-19 sin las N95. El hospital los suspendió, según el Sindicato Nacional de Enfermería. Diez de ellos están suspendidos con goce de sueldo mientras los investiga la oficina de recursos humanos.
Las normas de los CDC no requieren el uso de las N95 para los que atienden a enfermos de COVID-19, pero muchos hospitales las incluyen entre el material protector debido a que la enfermedad ha resultado ser tan altamente contagiosa. Los CDC dijeron el miércoles que al menos 9.200 trabajadores de la salud se han contagiado.
Saint John’s dijo en un comunicado que desde el martes estaba proporcionando mascarillas N95 a todo el personal de enfermería que atendía a enfermos de COVID-19 y los que aguardaban los resultados de sus exámenes. Dijo que el hospital había adquirido una mayor provisión y las desinfectaba diariamente.
“No es un secreto que hay una escasez nacional”, añadió el comunicado. El hospital se negó a hacer declaraciones sobre el personal suspendido.
Angela Gatdula, enfermera de Saint John’s, dijo que preguntó a los directivos por qué el personal médico usaba N95, mientras el de enfermería no. Se le respondió, dijo, que según los CDC bastaban los cubrebocas quirúrgicos para mantener la seguridad.
Entonces empezó a sufrir la tos seca y los dolores en el cuerpo y las articulaciones. “Cuando me llamaron para decirme que había dado positivo, me asusté muchísimo”, dijo.
Ahora está convaleciente y espera regresar al trabajo la semana próxima. “El próximo al que le suceda esto tal vez no tenga tanta suerte”, dijo. “Podría requerir hospitalización. Podría morir”.