Un informe de la Alianza Colombiana por la Niñez muestra cifras preocupantes relacionadas con el suicidio de niños y adolescentes. De acuerdo con el estudio, en el periodo de 2015 al 2019, se reportaron 1.322 suicidios y 34.092 intentos de este hecho.
“En promedio, cada 30 horas, un niño, niña o adolescente comete suicidio y cada día 23 más intentan suicidarse. En los últimos 4 años (2016 -2019) más de 34 mil niños tuvieron un intento de suicidio. Esta situación debe prender las alarmas de manera urgente en la familia, en las entidades prestadoras de servicios de salud y también en los entornos escolares, pues allí transcurre gran parte de la vida de la niñez”, afirma Gloria Carvalho, Secretaria Ejecutiva la Alianza por la Niñez Colombiana.
En 2019, la cifra de suicidios llegó a 287 casos y entre enero y abril de 2020, a 79.
“La salud mental es un estado de bienestar que le permite a los seres humanos hacer frente a lo que trae la vida: alegría, tristeza, presión de grupo, desilusiones. Identificar y saber gestionar y tramitar todo esto, nos permite tener una vida tranquila en comunidad; si la vida de los niños no transcurre de esta manera en alguno de sus entornos, se debe pensar que algo está pasando. No es una pataleta, no son bobadas de la adolescencia”, manifestó la psicóloga Ana María Talero, de la Fundación Niña María y miembro de la Red de Protección a la Infancia.
La profesional indica que un niño que requiere atención en salud mental se le debe involucrar a toda la familia, para evaluar las relaciones entre ellos, así como examinar el desempeño del niño o niña en los diferentes entornos, incluyendo el escolar, para tratar de hacer ajustes que procuren el bienestar del niño.
Cuando un niño, niña o adolescente tiene interrupciones en su desarrollo y su comportamiento suele ser fuera de lo común, hay que estar alerta. “Si un niño no hace amigos, no sale a recreo, está constantemente triste, decaído, retraído, se enferma cada vez que hay que ir al colegio, le duele la cabeza, el estómago, no logra las metas académicas, hay cambios en la alimentación, se tornan agresivos y esto dura en el tiempo y en la intensidad se debe consultar en salud mental”, destacó
Talero.
Entre el año 2016 y el año 2019, se presentó un aumento de 11 puntos porcentuales en los intentos de suicidio, lo que equivale a 3.959 casos por parte de los menores de edad. Las niñas, con el 75.8%,
fueron las que más acciones de este tipo realizaron, mientras que los niños fueron el 24.2% de los casos.
Frente a este panorama, Carvalho enfatizó en que gran parte de los casos de suicidio se dan en los adolescentes. Sin embargo, la salud mental debe cuidarse desde la primera infancia con un trato amoroso y respetuoso que fortalezca las habilidades de relacionamiento y autoestima en niños, niñas y adolescentes.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud Mental del Ministerio de Salud, estimó que, en la población entre los 12 y 17 años, el 52.9% tiene uno o más síntomas de ansiedad y el 19.7% manifiesta cuatro o más síntomas de depresión.
“Hay muchos hechos que pueden afectar la salud mental de un niño o adolescente: un duelo, separación de los padres, cambios de ciudad, acoso escolar, el mismo enfrentamiento en la adolescencia a los límites y normas de la casa, el relacionamiento con los pares, los cambios en el cuerpo”, indicó Carvalho.
Aunque estos no necesariamente requieren atención profesional y pueden resolverse con las herramientas emocionales de la persona, la falta de apoyo al niño o joven pueden empeorar su condición.
Otras situaciones que pueden desencadenar en un suicidio son: abuso sexual, violencia intrafamiliar, abandono, negligencia y necesidades insatisfechas. También pueden influir factores genéticos como psicosis, bipolaridad, y familiares en primer grado de consanguinidad con depresiones.
Tomado de la Opinión