En un salón de clases, con un lapicero color negro casi desgastado y una agenda ya con muy pocas hojas, Lorena Piragua, estudiante con discapacidad auditiva, sigue atenta a la lección que da su profesor; no deja de seguir minuciosamente cada señal de su interprete, muy a pesar que ya culminó su octavo semestre de licenciatura en preescolar, “ya está más cerca de ser docente”.
Así como Lorena son muchas personas con discapacidad, que ven como una oportunidad de vencer las barreras y demostrar que son personas útiles para la sociedad, la política de inclusión, que acogió la Universidad del Magdalena, como su ecosistema de formación.
Desde hace dos años, la Universidad del Magdalena ha implementado, una política institucional incluyente, lo cual busca que los estudiantes con discapacidad puedan entrar a la universidad, puedan permanecer en ella y puedan graduarse.
“Este ha sido un proceso muy bonito que se ha venido realizando desde hace dos años. La universidad, sin duda, ha dado pasos agigantados en todo el tema de la inclusión. Pasamos de generar pequeños espacios de inclusión a generar todo un ecosistema propicio para que las personas con discapacidad puedan entrar a la universidad, puedan permanecer en ella y puedan graduarse”, señaló Jesús Suescún, director de Desarrollo Humano de la universidad.
Para el Director, este ha sido uno de los logros más importante que ha tenido la universidad en los últimos dos años, ya que se logró ese cambio de “solo una práctica” a una “política institucional”.
“Antes eran solo prácticas que se hacían en la universidad, pero no estaba tomado como una política. Ahora, incluso, es eslogan de la universidad es “la más incluyente” y en ese sentido venimos trabajando fuertemente para que eso sea una realidad y no solamente un eslogan”, comenta.
Las estrategias
Gracias al acuerdo superior, el 021 del 2017, a través del cual, se generan distintas estrategias para favorecer todo el tema de acceso, permanente y graduación, “estos jóvenes con discapacidad, que son 41 hasta el momento en la universidad, son exonerados del 90% de la matrícula financiera, la inclusión en el programa de almuerzos y refrigerios, y se le hace un acompañamiento sicopedagógico personalizado, para que puedan desarrollar su proceso académico.
Son varias las estrategias que acompañan esta política de inclusión, sin embargo la que más se destaca es la de “Las manos también hablan”, la cual consiste en enseñarle, con ayuda de estudiantes sordos, a todas las dependencias de la universidad (admisiones, vicerrectorías, etc.) los mensajes básico como ‘¡Buenos días!’, ‘¿Cómo estás?’, etc., para que los estudiantes discapacitados sientan que también se manejan sus códigos.
“Algo importante para destacar es que, el consejo que rige todas las políticas, también tuvo su espacio para capacitarse. De hecho, actualmente estamos brindando cursos gratis de lenguaje de señas para así reconocer el valor del otro en todo este proceso de inclusión”.
Los estudiantes
Lorena, mediante una intérprete de señas, afirma que “los programas de inclusión que se vienen manejando en la universidad son muy buenos” ya que les permite a ellos no ser excluidos del resto. Ella muestra su agradecimiento con la universidad por todo el acompañamiento que le ha venido haciendo tanto ella como a sus compañeros.
“Antes había una tramitología que lo único que hacía era ponerle barreras y que ahora, las cosas se han felicitado mucho”, manifestó.
A su vez, Jorge Luis Rolón, estudiante de cuarto semestre de Derecho, y quien presenta discapacidad visual, manifiesta que al principio, todo era más difícil porque sabía cómo iba a enfrentar al mundo con esa discapacidad. Sin embargo, cuando se le presentó la oportunidad de ingresar a la universidad, le pareció “formidable y estupendo” al ver que una universidad se comprometiera y le diera importancia a los que presentan una discapacidad.
“La universidad ha sido muy incluyente ha hecho muchos cambios para nuestra población. Al ingresar tenía miedo, como todos, sin embargo, las cosas se han ido dando poco a poco con ayuda de la universidad, de los compañeros, y sobre todo, desde vicerrectoría que ha implementado esta política incluyente. La verdad estoy muy contento porque se ha logrado mi primer objetivo que es estar aquí en la universidad”, explica.
Finalmente, Rosalba Gravino, quien hace parte del selecto grupo de intérpretes que acompaña a los estudiantes con discapacidad, explica que “ellos son una cultura diferente, empezando porque les falta un sentido frente a los demás” y por eso hay que hacerles un buen acompañamiento. Sin embargo, esto es un proceso, por lo general, “es muy complicado”.
“Como desde niños no tienen un acompañamiento en lo institucional, cuando llegan a la universidad, son bastante pasivos. Sin embargo, desde que la universidad adoptó la política de inclusión, los estudiantes se han apropiado del campus, de las aulas, como cualquier otra persona. Realmente es muy gratificante ver el avance que ha tenido la universidad en cuanto a la inclusión. Esperamos que sigan llegando más estudiantes con discapacidad porque sé que estamos muy preparados y dispuesto, desde la universidad, para enfrentar al mundo con ellos”, concluye.
Una apuesta nacional en lo incluyente
Este año, el Ministerio de Educación a nivel nacional, les solicitó a todas las instituciones de educación superior que evalúen el índice de inclusión de las personas con discapacidad. Aquí la universidad tuvo la mejor persecución de todos los ejercicios que se han en las distintas instituciones de educación superior, superando la media en todos los ejercicios.
“El Ministerio de Educación está muy agradado que la Unimagdalena hubiese dado esos pasos agigantados con este proceso de inclusión. La verdad eso habla muy bien de nosotros. Y la verdad es una ficha que estamos apostando y sé que cada año iremos cerrando esa brecha del “no poder rendir por tener una discapacidad” al “si lo pude”. Por eso, esperamos que sigan llegando más jóvenes de discapacidad en la institución, para que vean que esta sí es una universidad incluyente y que se adecua a la necesidad de los otro”, concluye Jesús Suescún, director de Desarrollo Humano de la Unimagdalena.
Por: Heiner Durant