Por: María José Navarro – Superintendenta de la Economía Solidaria
El artículo 4 de la Ley 79 de 1988 define las cooperativas como empresas asociativas sin ánimo de lucro, en las cuales tanto trabajadores como usuarios –dependiendo del caso– y asociados de manera simultánea son aportantes, así como gestores de ellas. Además, son constituidas con la finalidad de producir y/o repartir de forma eficiente los bienes y servicios en la tarea de retribuir tanto a los asociados como a la sociedad en general.
Las empresas solidarias hoy en Colombia representan el 4 % del PIB y generan alrededor de 54.000 empleos; además, cuentan con la tercera parte de la población económicamente activa en Colombia como asociados y asociadas. Pero, más allá del impacto económico, generan un impacto social que se calcula a través de indicadores sociales como participación, equidad de género y participación económica de los asociados en justicia y equidad, entre otros, en lo que la Supersolidaria llama: balance social.
En este tipo de empresas encontramos las cooperativas de ahorro, crédito o financieras, las cooperativas de sector real, los fondos de empleados y las asociaciones mutuales. Ellas fomentan la generación de empleo y la distribución equitativa de sus excedentes en la totalidad de sus asociados y asociadas.
Adicionalmente, el sector solidario también contribuye a la inclusión financiera; es importante recalcar que un 25,9 % de las personas que tienen ingresos entre 0 y 1 s. m. l. m. v. y el 44,55 % de personas con ingresos superiores a 1 hasta 4 s. m. l. m. v. tienen un producto crediticio en alguna empresa solidaria de las 2.469 que pueden colocar crédito. Es decir, las personas con bajos ingresos tienen acceso a servicios financieros. De hecho, para 2023, estas empresas colocaron 3,68 millones de créditos, representando un valor de 32,08 billones (Supersolidaria, 2024).
Por otro lado, si nos enfocamos en los ingresos, las empresas solidarias tienen presencia significativa en el sector agropecuario (11,9 billones en ingresos a cierre de 2023), lo que señala una contribución importante al desarrollo económico del sector agrícola. La generación de empleo en el sector agropecuario, la dinamización de la actividad económica y el fortalecimiento de las cadenas de valor son algunos de los efectos positivos que se derivan de la contribución de la economía solidaria en este sector (Supersolidaria, 2024).
La economía solidaria se cimienta en la colectividad, la democracia, la equidad y la ayuda mutua, se puede decir con esto que el modelo solidario es un modelo alternativo al modelo neoliberal. Es así como las empresas solidarias deben avanzar en los procesos de fortalecimiento de capacidades para ser cada día más “competitivas” en un ecosistema que se lo exige para su sostenibilidad, en una paradoja por lo que promueve el modelo solidario: la solidaridad y la cooperación. Un reto para estas empresas es una verdadera delimitación entre lo alternativo y las prácticas tradicionales del mundo empresarial.