SEGUNDA PARTE
Darle características antropomórficas a la celebración de estas fiestas puede sonar descabellado y más aún hablar de las carnestolendas como si se tratara de un ser que vive. No importa el dónde sino el cómo nació, pues, al surgir en un contexto de postconflicto y mantenerse, demuestra resiliencia y dureza en sus bases.
En el abordaje de algunos temas se convierte en una obligación consultar a ciertas personas que por su conocimiento siempre aportan elementos interesantes. Edgar Rey Sinning es para muchos un estandarte sociológico y cultural, por lo cual era imposible no dialogar con él para esta investigación.
EL CONSEJO DEL MAESTRO
En una tarde cuando trataba de digerir lo que había conversado con los profesores Wilfredo Padilla y Chela Orozco, sentía que me faltaba cumplir una cita con la cultura. Llamé a Edgar para decirle en lo que estaba y este respondió al teléfono con un tono afable y particular. Una biblia abierta con quien podía tocar cualquier tipo de temática por muy superficial que parezca.
Yo había estado antes en su casa y tuve la oportunidad de hablar hasta de filosofía, pero esta ocasión el maestro no me podía atender, pues, está comprometido por este tiempo escribiendo sobre un tema a fin a esta investigación. “Lamento no poder atenderte”, me dijo. Pero su afán por hablar de este tópico, tal como lo ha venido haciendo durante los últimos 30 años, lo llevó a darme una serie de recomendaciones.
“Mira, busca en internet mi libro ‘Joselito Carnaval’, lo lees y después me llamas y nos sentamos a conversar”, tremenda tarea me había dejado el maestro, pero con juicio hice lo pedido. Ahora solo espero que me pueda atender y podamos hablar, pero mientras eso sucede yo sigo hilando la trama de una historia que parece tener plena identificación con las víctimas del conflicto armado en la región.
Uno de los apuntes más relevantes de la historia Sinning es que en su texto, una acuciosa investigación, relata cómo existen testimonios escritos por cronistas y viajeros que llegaban del extranjero y se encontraban con la realidad del carnaval.
“Van Rensselaer, europeo que estuvo en Barranquilla, narra los carnavales que presenció en 1829: Tuvimos la fiesta de Carnaval que en Italia dura varias semanas, pero en este lugar, donde tantos dependen de la labor cotidiana, ha sido prudente reducida a tres días durante los cuales no es el caso trabajar porque todo es alegría y travesura. No podría decir ahora sobre el motivo que originó el festival, si fue el paganismo o algún evento eclesiástico. Aquí parece que el lugar principal lo tienen los aborígenes del país con sus trajes antiguos”, reza el texto.
La primera parte de la lectura mantiene un lenguaje histórico ubicando en la línea del tiempo cada acontecimiento o personaje que se suma a la celebración del carnaval. El Samario en 1844 y El Churiador en 1849 dan cuenta también como medios de comunicación cómo era el festejo en Santa Marta.
Sin duda hay muchas cosas qué decir, pero del dialogo que tuve con el texto fue suficiente para confirmar la idea de que el carnaval ha tenido vida propia, tanto es así que dicen que muere al cuarto día de la celebración pero resucita con más fuerza el año siguiente. No es solo una vida biológica, sino la idea que se asienta en el imaginario colectivo del caribe.
( Joselito Carnaval, Análisis del Carnaval de Barranquilla Edgar Rey Sinning )
EL EXORCISMO DEL CARNAVAL
Los tiempos han cambiado pero el espíritu sigue firme. El carnaval ha superado aquel impase primitivo del quién y dónde se fundó, ahora se prefiere hacer alarde a lo positivo que ha sido para la región que una fiesta como esta se mantenga a pesar de las cruentas masacres que se perpetraron en el Caribe, y además haya servido como aliciente para que muchas de esas poblaciones surgieran en medio de la ceniza con la ayuda del carnaval, su canto y su cultura.
Previo a la celebración de las carnestolendas 2020 volví a mi pueblo, de aquel del que un día salí, pude comprender cómo mis paisanos, y sé que todos los magdalenenses, se repusieron a las adversidades de la guerra gracias a la fantasía y magia que caracteriza al carnaval. Todo fue como si se conjurara por un instante el fantasma de las heridas que hay en muchos corazones.
Estar ahí y dialogar con la gente de siempre confirma que la esencia del carnaval es la resiliencia; el testimonio de Pedro Avelino Orozco, un decimero y escritor criollo; María Auxiliadora Mercado, una de las mujeres quien convirtió el carnaval como su único pasatiempo; Ramona Cervantes, representante de una de las dinastías más significativas del folclor; y Lorenza Vargas, la Esthercita Forero de Salamina, lo reafirma.
2 siglos ininterrumpidos de carnaval dan cuenta de lo fuerte que son las bases de estas fiestas. Ni las guerras posteriores a la Independencia al epilogo de la colonia; ni las intimidaciones de las guerrillas antes de los 90’; ni mucho menos las amenazas de los paramilitares hasta el 2007, pudieron frenar el desarrollo de estas fiestas.
Los De la Rosa, De Castro, Vengoechea, Vives, Abello, Villa, Caballero, Salcedo, Dangond, Lacouture, De Andreis y otros tantos comerciantes que viajaron hasta la Barranquilla del siglo XIX, no pensaron que su inculturación fuera a convertirse en patrimonio de la humanidad y un elemento distintivo de una raza.