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Disparadas las cirugías para tener más cola

La demanda de cirugías para aumentar el volumen de los glúteos, tanto en hombres como en mujeres, muestra una tendencia creciente en el mundo. A tal punto que, de acuerdo con las estadísticas que publica la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (Isaps, por su sigla en inglés), estas intervenciones son de las que más crecen y hoy en Colombia representan el 10 por ciento.

Para no ir más lejos, según los datos que aporta la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva (SCCP), el número de aumentos de glúteos con implantes y con transferencia de grasa creció 30 por ciento entre el 2015 y el 2017 en el país, por encima de la tendencia mundial.

En concreto, en el 2017, al menos 28.940 colombianos se hicieron la llamada lipoinyección glútea y 3.640 se pusieron implantes en esta zona del cuerpo. De esas cifras, el 95 por ciento son mujeres y el 5 por ciento, hombres, según explica Ernesto Barbosa, presidente de este gremio.

Los datos nacionales, manifiesta el cirujano, podrían ser mayores, teniendo en cuenta que estos solo contemplan información reportada por cirujanos acreditados y hoy en el país muchos de estos procedimientos se realizan en condiciones de clandestinidad e ilegalidad.

Y aunque el psiquiatra Rodrigo Córdoba asegura que se trata de una moda determinada por patrones estéticos que se proyectan a través de las redes sociales y son más evidentes en lugares donde hay mayor acceso a este tipo de procedimientos, lo cierto es que el tema de las nalgas y sus redondeces ha acompañado a la humanidad desde siempre.

Historia llena de curvas
El médico fisiólogo Elías Romero expone que la importancia del trasero en la evolución humana no es un asunto menor. Desde que los primates transitaron hacia una postura erecta –argumenta–, su cuerpo tuvo que adaptarse para corresponder a la marcha sobre dos extremidades, “y en ese paso los músculos de las nalgas fueron fundamentales para darles soporte al tronco y a la pelvis mientras se corre y se camina. Ese desarrollo, ni más ni menos, le permitió al hombre en evolución sobrevivir”.

No en vano, algunos genetistas ven el desarrollo de esta parte del cuerpo como una ganancia evolutiva, puesto que los mejor dotados de esta parte son los más capacitados para conservar la especie. Y ese elemento, dice Córdoba, podría explicar el gusto instintivo por esta prominencia en ambos sexos.

Siguiendo ese instinto, a medida que la humanidad avanzaba se empezó a exagerar la silueta para marcar estas partes con trajes abombados, especialmente en las mujeres, con el convencimiento de que era un sinónimo de atracción, apunta la psicóloga clínica Sandra Herrera. “Es un elemento que permanece porque el uso de los tacones altos de las mujeres busca el mismo efecto: sacar la cola y darle más curva a la espalda”, afirma.

Desde la ciencia
El fisiólogo Romero dice, por otro lado, que los glúteos son la parte del cuerpo con la mayor concentración de masa muscular, lo que los ayuda a sobresalir aún más, a lo que Córdoba agrega que hay una tendencia natural, especialmente en los humanos, por considerar atractivas las formas redondas en los cuerpos. “Glúteos, senos y labios carnosos son las zonas que más llaman la atención, y tal vez por eso son las que más se operan”, asegura el psiquiatra.

Otro ingrediente en este asunto lo aportó hace poco la Universidad de Oxford, que en un estudio confirmó que los glúteos (naturales) más voluminosos en las mujeres coincidían con niveles más bajos en colesterol y azúcares, lo que las hace menos propensas a padecer diabetes y riesgos cardiovasculares, algo que permite inferir condiciones de bienestar que desde el plano instintivo pueden resultar igualmente atractivas.

“Es claro que a la hora de buscar una pareja se prefiere de forma inconsciente las que están en mejor forma y proyecten una buena salud”, manifiesta Herrera.

Es un elemento que permanece porque el uso de los tacones altos de las mujeres busca el mismo efecto: sacar la cola y darle más curva a la espalda

Por si fuera poco, otra investigación de la Universidad de Texas, encabezada por el psicólogo David Buss, encontró que los glúteos, por encima de cualquier otro atributo físico, son el principal atractivo sexual en virtud de que los ancestros se reproducían en cuatro patas, como muchos animales, un elemento de estímulo a la hora de conservar la especie.

Por esa misma evolución, estudiosos de la Universidad de Bilkent (Turquía) demostraron que el ángulo que forman la columna con las nalgas está relacionado de manera directa con la posibilidad de sobrellevar una gestación sin riesgos, y concluyeron que cuando este ángulo es de 45 grados, el curso del embarazo puede ser más seguro, una consideración por la cual los hombres instintivamente escogerían mujeres con estas características.

Influencia cultural
Todo lo anterior ha hecho que a través de la historia se rinda culto a las nalgas prominentes de manera velada. Muestra de ello es que desde las esculturas primitivas del Paleolítico hasta épocas más recientes esta parte del cuerpo ha sido objeto de atención. La Venus de Willendorf, en Austria, y la de Lespugue, en Francia, y la mujer sin cabeza de Sireuil dan cuenta de esto en el arte. Pero en la realidad ha ido más allá. En Mauritania existieron durante mucho tiempo casas de engorde que se dedicaban a engrosar esta zona en las mujeres que buscaban marido.

Por esa vía fue que se deslizó, justo al comienzo de la Tercera República francesa, un trasero artificial al que se le llamó miriñaque, que no eran más que unas falsas posaderas.

Más recientemente, con el auge de los medios de comunicación, las redes sociales y una sociedad más liberal, las nalgas comenzaron a salir del arte y las sombras para aparecer en público y ocupar un lugar de importancia en la publicidad, que encontró allí un aliado importante. A mediados del siglo pasado, el destaque de la figura femenina estaba presente en cada rincón.

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La sociedad de las colas
Obedeciendo a esa misma historia cultural, evolutiva y biológica que puso estas redondeces en el centro de la sociedad, se volvió común considerar esta parte del cuerpo como un elemento fundamental en términos de estética y atracción. “La gente comenzó a buscar de varias maneras moldear esta parte. De forma natural, con el ejercicio o masajes, o por otras vías, como fajas, medias y ropa con diseño que ayudaba a dar volumen, sin dejar de lado los rellenos”, recuerda Córdoba.

Hasta que a mediados de la década de los 60 del siglo pasado llegó para quedarse la cirugía plástica, que ha evolucionado a pasos agigantados en técnicas, procedimientos, materiales y recursos. El cirujano Ernesto Barbosa explica que este procedimiento ha tenido tres etapas: primero, dando forma y volumen a través de la inyección de materiales externos, muchos de los cuales fueron cuestionados y proscritos; el moldeo y aumento de volumen con la inyección de grasa proveniente del propio paciente, que se hace de forma segura, y el desarrollo de materiales para la aplicación de implantes, que se ubican debajo del músculo glúteo mayor.

“Estos procedimientos han evolucionado para hacerlos seguros y con soporte, siempre y cuando se realicen con especialistas idóneos”, indica.

Una verdad que se quiere tapar
Entonces ¿por qué si son comunes, seguras y estéticas, son vergonzantes para muchos de los que acuden a estos procedimientos? La psicóloga Sandra Herrera manifiesta que, si bien después de un procedimiento se gana en seguridad, las personas refuerzan su autoestima y consideran que tienen mejor aceptación social, no lo aceptan públicamente en virtud a que esta parte está relacionada con el erotismo, un elemento que sigue siendo tabú.

Para el psiquiatra Rodrigo Córdoba, una persona que busca esta alternativa no necesariamente tiene un trastorno emocional porque muchas veces es un remedio que se presenta ante un déficit, algo que debería aceptarse socialmente como un componente estético.

Pero eso sí, hay algunas personas con baja autoestima y limitaciones en sus relaciones que centran sus problemas en la carencia de curvas y piensan que al implantarlas todo se solucionará. De ahí que en muchas ocasiones, apunta el especialista, debería acudirse a una evaluación emocional antes de realizarse cualquier cirugía.

Lo que tiene que saber

  1. Conozca bien su anatomía y sus proporciones: muchas veces el tamaño de la cola es proporcional al cuerpo en términos de volumen y estatura, de ahí que aumentarlo de manera exagerada puede lograr el efecto contrario.
  2. Certezas: llénese de razones para saber si en realidad necesita un procedimiento de estos, y que no se trate de un capricho o una idea impuesta.
  3. Tenga en cuenta: si ya lo decidió, sepa que debe acudir a un cirujano plástico acreditado y preferiblemente validado en este tipo de procedimientos. Una base de datos está en https://www.cirugiaplastica.org.co/listado-de-miembros/.
  4. Los riesgos: sepa que toda cirugía implica riesgos, así que pregunte bien en el momento de consultar con un especialista.
  5. Siga las recomendaciones de su cirujano y los profesionales de la salud.

No olvide que…
Si no está convencido de una cirugía plástica estética, recuerde que hay alternativas no invasivas como el ejercicio, la buena alimentación y los hábitos sanos. Y en últimas, coinciden los expertos consultados, que aceptar el cuerpo y sus formas hacen parte de la buena salud mental.

Tomado de El Tiempo

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