El sindicato manifestó que mientras no existan garantías para la vida, las clases seguirán suspendidas.
Las Autodefensas Gaitanistas de Colombia o Clan del Golfo decretaron un paro armado a nivel nacional desde el 5 hasta el 10 de mayo como retaliación por la extradición de su máximo cabecilla a los Estados Unidos alias ‘Otoniel’.
Vehículos incinerados, comercio cerrado y personas asesinadas es el panorama que viven varios departamentos de Colombia en el segundo día de dicho Paro.
En el caso del Magdalena también se han presentado hostigamientos por el grupo delincuencial, quienes atemorizan además de los conductores, a la comunidad académica de las zonas dispersas, los cuales han tomado la decisión de no dictar clases por falta de garantías en la seguridad.
“En las zonas dispersas de nuestro departamento donde no haya garantías nosotros estamos diciéndoles que no asistan a la escuela”, indicó María del Carmen Ceballos presidenta de Edumag.
Las situaciones más complejas se presentan en el Sur del Magdalena y en la Sierra Nevada, por ello el mensaje que envía el Sindicato de Educadores del departamento es a que mientras no hayan garantías, no se va a las aulas.
“Hay instituciones educativas en la ciudad que tienen normalidad, estamos esperando el reporte de los maestros de la Troncal del Caribe, además en las zonas dispersas. Para preservar la vida y hasta tanto no conocer un informe detallado de lo que sucede con el paro armado, los maestros ni los estudiantes han hecho presencia”, agregó Ceballos.
Edumag hizo un fuerte llamado al Gobierno Departamental, para que garantice las condiciones de seguridad que se requieren para recobrar la normalidad en los planteles educativos.
“Así que estamos invitando al señor Gobernador del Magdalena a la señora Alcaldesa de Santa Marta a que se pronuncien porque hay situaciones en el sur del departamento del Magdalena que generan cierto caos y zozobra para toda la comunidad educativa”, puntualizó Ceballos.
Finalmente, los educadores del Magdalena indican que el derecho a la vida se encuentra por encima de cualquier cosa y mientras no existan las garantías que lo salvaguarden, es mejor que la comunidad académica se quede en sus casas.