La desidia es el enemigo perenne de los pueblos del departamento. Colegios a punto de derrumbarse es una escena nada nueva en las tierras mancondianas del Magdalena.
Dividivi es un corregimiento de humildes campesinos y ganaderos, donde por cosas de la vida todo parece llegar tarde. Es jurisdicción del municipio de Remolino; la entereza de los provincianos han hecho que esta población no desaparezca del mapa, porque ni las AUC con sus masacres y miedos pudieron desterrar esta tierra sagrada, donde hoy hasta estudiar es una verdadera odisea.
¿Calidad de vida? Un concepto que no conocen los estudiantes de la institución Baldomero Sanin Cano con sede en el corregimiento, los niños no tienen donde recrearse ni hacer deportes, los docentes deben sacarlos a la calle. Y cuando llueve entran dos preocupaciones. La primera, porque ya no pueden salir del plantel dado a lo imposible que es caminar por unas calles llenas de barro, donde es más fácil salir sin zapato, porque ante el atolladero no hay calzado que aguante.

Y la segunda, es la amenaza que genera el material con el que han sido construidas las estructuras de los salones, pues, están muy deterioradas. Parece que no le han tomado el interés. “Agradecemos se ponga el debido interés por el bienestar de la comunidad, no dejemos que se convierta en una tragedia anunciada”, en palabras de los líderes del pueblito.
“Los baños de la institución están sin puertas, sin agua y otros en mal estado, otro año más en las mismas, nuestros niños merecen todas las condiciones óptimas para su formación educativa. Señor alcalde Carlos Vargas, usted prometió que estaría con el pueblo y se apersonaría de estas problemáticas. Le agradecemos su interés, es prioritario de extrema urgencia”, es lo que denuncian.

¿Qué hay en estos pueblos además de soledad? Olvido, ese mismo que hasta los docentes de esta sede han sentido, porque son tan inhumanas las condiciones que ni un baño hay disponible para hacer sus necesidades. “Imagínate los docentes desde que salimos de casa hasta que regresamos no tenemos tampoco un baño disponible”.
Dolores y más dolores se refrescan cada vez más, solo esperan que esta situación sea resuelta y el Alcalde local atienda esta situación, porque será de suponerse que si no hay condiciones mínimas de estudio, el Magdalena no saldrá del triste puesto en el que se encuentra en educación y pobreza.
Y una cereza que adorna el pastel, lo que no es un secreto para nadie, la salud es intermitente. ¿Y los servicios públicos de luz y agua? Ahí están bien, gracias.
