El ministro del Interior, Armando Benedetti, llegó a Santa Marta con una misión de alto calibre: recibir directamente las denuncias que señalan a funcionarios, gerentes y empleados de hospitales y la misma Gobernación del Departamento por presunta participación en política y hostigamiento al personal público y contratistas para favorecer a una candidata en las elecciones atípicas de este domingo.
La orden del Gobierno fue clara: no bastaba con monitorear desde Bogotá; era necesario instalarse en el territorio y escuchar de primera mano los reportes de presuntas irregularidades y atenderlos inmediatamente.
La decisión revela la creciente inquietud en la Casa de Nariño ante el clima electoral del departamento, históricamente marcado por presiones, interferencias indebidas de servidores públicos y prácticas que ponen en riesgo la transparencia del voto. Por eso la presencia del Ministro no es un gesto diplomático ni una visita de supervisión rutinaria: es la señal de que el Ejecutivo activó un control reforzado para evitar cualquier distorsión del proceso en los días finales antes de las urnas.
Benedetti llegó con un mensaje directo: el Gobierno no permitirá que presiones políticas, estructuras clientelistas o órdenes internas en entidades públicas interfieran con la voluntad de los ciudadanos. Su despacho temporal en Santa Marta se convierte así en el eje de una estrategia de garantías, vigilancia y autoridad institucional frente a una jornada electoral que exige la máxima atención.


