A pesar de vivir a 1.572 kilómetros de Santa Marta, escogió a esta Universidad para cumplir su sueño de convertirse en ingeniero agrónomo.
Cambiar su lugar de residencia significó para Bairon Bolaños Quiroz una decisión radical inspirada por el anhelo de estudiar en la Universidad del Magdalena. Con tan solo 17 años, no le importó tener que separarse de su familia y poner en medio 1.572 kilómetros de distancia.
Un poco tímido, expectante, con una curiosidad propia de estudiante primíparo, Bairon Bolaños salió de su municipio El Tablón de Gómez, ubicado en el departamento de Nariño, para iniciar su formación superior en el Programa de Ingeniería Agronómica en Unimagdalena.
Aunque la universidad de su departamento y de territorios aledaños cuentan con esta oferta académica, el joven no dudó en escoger a la Universidad del Magdalena, pese a ser la institución de educación superior más lejana de su alcance. Hoy es uno de los 1.359 estudiantes nuevos del segundo semestre de 2024.
“Me vine a estudiar aquí porque la Universidad es muy buena y tiene muy buenas recomendaciones. Estoy contento de estar acá, de que me hayan recibido”, asegura el joven, motivado también por tener nuevas experiencias y atraído por la ciudad y las personas.
Su padre, quien lo acompañó a las jornadas previas a sus primeras clases, considera que desprenderse es difícil, pero encuentra fortaleza en la oportunidad de verlo en cinco años como el primer profesional de su núcleo familiar.
“A uno como papá le da duro, pero esa es la ley de la vida: que los hijos vuelen y conozcan nuevas oportunidades y que salgan adelante”, afirmó el señor Bairon Bolaños Buchelli, con voz quebrada y ojos inundados de lágrimas. Sin embargo, agregó que le produce felicidad verlo ingresar a la Universidad.
Continúa un legado campesino
El joven Bairon creció en las templadas tierras de El Tablón, a 1.350 metros sobre el nivel del mar, en una familia de vocación agrícola y agropecuaria, por lo que siempre estuvo rodeado de cultivos de café y ganado.
Desde su corta edad ayudaba a sus abuelos a arar la tierra, por eso se incrustó en su corazón un deseo interminable de cuidar la naturaleza, que terminó transformándose en el sueño de ser ingeniero agrónomo.
“Quiero ayudar a todo lo relacionado con el campo, participar en procesos de reforestación de zonas afectadas por el cambio climático y los incendios”, expresó Bairon, dejando claro por qué eligió esta profesión.
Orgulloso de verlo continuar el legado campesino familiar, el padre de Bairon resalta su determinación: “Yo miro que él se enfocó bien y es bonito que quiera ayudar al campo, porque nosotros siempre hemos vivido allí y nuestros padres nos han sacado adelante por medio de la agricultura”.
Si bien el futuro ingeniero agrónomo trae consigo sus raíces, asegura que esta cálida ciudad que lo acogió seguirá siendo su hogar, pues ya planea radicarse y trabajar en ella cuando obtenga su título profesional.
De esta manera, Unimagdalena atrae con su reconocimiento nacional y sus fortalezas académicas, investigativas y de proyección social, a jóvenes de otros territorios, convirtiéndose en un hogar de confluencia pluricultural que proporciona oportunidades para que, más allá de construir su proyecto personal y profesional, generen grandes transformaciones para las comunidades, como lo abandera el rector Pablo Vera Salazar.