Un restaurante que brinda esperanza y trabajo en medio de la adversidad.
Tasajera, un pequeño pueblo pesquero ubicado en medio de la Ciénaga, se vio sumido en la tragedia hace tres años con un fatídico accidente que cobró la vida de 55 personas y dejó otras 27 lesionadas.
Entre las personas que este accidente dejó huella está Clara Inés Díaz Ortiz, quien perdió a su hijo Luis Miguel Marin de 17 años y a su hermano Adalberto Díaz Ortiz de 23 años, ambos dedicados a la pesca y con metas en sus vidas.
Clara Inés recuerda con cariño los sueños y anhelos de su hijo, quien se esforzaba por estudiar durante la noche mientras encontraba su sustento en la pesca en las madrugadas.
Con un profundo pesar, relata cómo aquel fatídico día no se encontraba en casa, ya que acompañaba a su cuñada en el hospital. Fue entonces cuando la trágica noticia llegó a sus oídos: su hermano Adalberto había sido llevado al hospital tras sufrir graves quemaduras en un accidente que involucró a más de veinte vecinos.
La vida se ha vuelto aún más dura para Clara Inés desde aquel día. El recuerdo de su hijo y su hermano se entrelaza con la amargura de lo que pudo haber sido.
“Luis Miguel tenía grandes aspiraciones, deseaba completar sus estudios para unirse a la Marina, mientras que Adalberto soñaba con conocer a su hija que está por cumplir tres años, Sin embargo, el destino les arrebató la oportunidad de ver sus sueños cumplidos.”, relata la mujer.
Una esperanza en medio del dolor
A pesar de la oscuridad que envuelve a Tasajera, una luz de esperanza y oportunidad se alza en medio de la comunidad. Miriam Estela Beltrán y su esposo, propietarios del restaurante Aguas Vivas en el corazón de la Ciénaga, han sido una fuente de empleo para los residentes locales y un atractivo para turistas y viajeros.
Hace 28 años, Miram y su pareja decidieron establecerse en Tasajera y construir un restaurante para propios y visitantes.
Con mucho esfuerzo, adquirieron un terreno y comenzaron a construir poco a poco, con el objetivo de generar empleo y ofrecer algo diferente a la comunidad.
En un lugar donde las oportunidades laborales escasean, esta iniciativa ha sido un bálsamo para muchos.
El restaurante de Miriam se ha convertido en un punto de encuentro para personas de diferentes partes del país e incluso visitantes internacionales.
Sus platos autóctonos como la cazuela, el arroz de camarón y el pescado se han ganado el reconocimiento de aquellos que se aventuran a probar la gastronomía local.
Además, se ofrecen opciones más tradicionales como carne, pollo y mojarra, con el objetivo de satisfacer los diferentes paladares.
Con el paso del tiempo, el restaurante ha brindado empleo a numerosas personas de la comunidad.
“Entre 15 y 20 personas han encontrado trabajo estable en el lugar, lo cual ha generado un sentimiento de orgullo y felicidad para nosotros”, expresa Miriam.
Aunque no sean nativos del lugar, se sienten comprometidos y agradecidos por poder ofrecer estas oportunidades laborales en una zona donde escasean.
Además del restaurante, Miriam y su esposo decidieron ampliar su servicio y construir habitaciones para alojar a los transportadores de carga y viajeros que pasan por Tasajera.
Esta idea surgió a partir de las sugerencias de los propios transportistas, quienes agradecieron contar con un lugar para descansar y reponer energías antes de continuar su camino.
El emprendimiento de Miriam y su marido no solo ha sido un símbolo de resiliencia y superación en medio de la adversidad, sino que ha brindado una oportunidad para que la comunidad local encuentre empleo y sustento.
Su dedicación y esfuerzo han dejado huellas profundas en el pueblo, convirtiéndose en un faro de esperanza y un ejemplo de cómo el trabajo y la generación de empleo pueden transformar vidas y comunidades enteras.
A pesar de la tristeza que embarga a Clara Inés y a tantas otras familias que sufrieron pérdidas en la tragedia, la historia del restaurante de Miriam y la oportunidad laboral que brinda a la comunidad representa una oportunidad para evitar que los jóvenes caigan en actos desesperados y peligrosos como la pesca ilegal y arriesgada.
Esperanzada, Clara Inés ve en esta iniciativa una posibilidad de que los jóvenes encuentren un camino alternativo, donde puedan forjar un futuro próspero y seguro sin poner en riesgo sus vidas.
Así, en medio del luto y la tragedia, Tasajera encuentra un rayo de esperanza en el esfuerzo de personas como Miriam Estela Beltrán, quienes no solo han construido un negocio exitoso, sino que también han demostrado el poder transformador que tiene la generación de empleo en una comunidad.
Con cada plato servido y cada empleo creado, el restaurante se convierte en un símbolo de resiliencia y la posibilidad de un futuro mejor para todos aquellos que llaman a Tasajera su hogar.