La pobreza, el olvido y la desesperanza son el resultado del mal manejo ambiental de la Ciénaga que soportaba la economía de la región.
Actualmente Tasajera es sinónimo de pobreza, abandono estatal, miseria y protesta social, pero este pueblo de pescadores, corregimiento del municipio de Pueblo Viejo, no siempre fue así, en la década del 60 esta localidad era prospera y adelantada a su época.
La bióloga Sandra Vilardy que ha dedicado gran parte de su vida al estudio de la Ciénaga Grande de Santa Marta, cuenta que en la década de 60 y 70 en Tasajera se vivía prósperamente de la pesca.
“La riqueza natural de la Ciénaga grande de Santa Marta atrajo en los años 60 a miles de pescadores que convirtieron a Tasajera y otras poblaciones de la zona organizada para obtener y comercializar la pesca” relata.
“La explotación pesquera era tan generosa que permitía a los habitantes de Tasajera poder comercializar su pesca en el interior del país e incluso hacer exportaciones de ostras hacia los Estados Unidos” añadió.
Pero a los ojos de esta investigadora ‘la mala hora’ de este poblado llegó cuando a finales de los años cincuenta, levantaron la actual carretera porque lo hicieron valiéndose de unos diques que rompieron la comunicación entre el mar y la ciénaga, operación que con el tiempo acabó con más de 30.000 hectáreas de manglar, claves para el sostenimiento de unas 12.000 familias.
La troncal del Caribe norte que une a Santa Marta con Barranquilla “fue un daño directo a la Ciénaga Grande de Santa Marta, con la construcción de la carretera se separó el agua dulce del agua salada y posteriormente el daño se agravó con los procesos de acumulación y desvío del agua dulce que hacen algunos agro industriales hacia sus fincas”
Explica que se han empezado a rellenar las ciénagas por terratenientes que han robado espacios de este complejo lagunar para convertirlos en terrenos de siembra y cría de ganado esta catástrofe ambiental acabó con la pesca y trajo la pobreza y la tragedia social.
“Es que el daño ambiental significó la disminución del 90% de la actividad económica de una región en menos de 20 años eso es un colapso económico y tras ese colapso se generó un empobrecimiento profundo, como si fuera poco los dejaron solos; si esto hubiese ocurrido en otro lugar del país como el eje cafetero el país hubiese estado volcado para acompañarlo y rescatarlo” enfatizó la especialista.
Para Sandra Vilardy la situación actual de la Ciénaga Grande amerita la declaración de una emergencia ambiental y social, activar las alarmas y sobretodo las acciones.
LA VIOLENCIA
A Tasajera también fueron a parar las víctimas del paramilitarismo desplazadas desde Pueblo Viejo, Ciénaga, sitionuevo y los pueblos palafitos, cerca de esta localidad ocurrieron las dos masacres más dolorosas para el Magdalena: Nueva Venecia y Trojas de Cataca.
Para los especialistas los retos en Tasajera puntan hacia lograr la gestión de áreas de alta biodiversidad, la necesidad de poner al día la deuda de graves pasivos ambientales, superar la pobreza y la inequidad.
Pero especialmente la necesidad de curar de manera eficiente las heridas que dejo la violencia y reconstruir institucionalmente y socialmente un territorio para la paz, que además debe estar adaptado ante los retos del cambio climático.