Las bondades naturales que posee, la calidez de su gente, su clima, la comida y su patrimonio arquitectónico la hacen única y encantadora.
Santa Marta es más que playas y ríos, es atardeceres, montañas, comida, música y gente. Verla en imágenes llama la atención de cualquiera, pero conocerla y pasearse por sus paisajes y calles tiene un encanto único que inevitablemente te enamoran y te hacen querer permanecer para siempre en ella.
La ciudad dos veces Santa, es una perla, una joya, un lugar mágico enclavado entre la sierra y el mar en el Caribe colombiano. Es una tierra que atrae a personas del mundo entero, que anhelan disfrutar de su aire, de su mar y de todo lo que la rodea.
La capital del Magdalena tiene, además, la particularidad de contar con un mar tibio y calmo, junto a los picos congelados de la Sierra Nevada que se erige con su más de 5200 metros como la montaña costera más alta del mundo.
A portas de cumplir 500 años, lleva el título de ser la primera ciudad nacida en Colombia y una de las primeras de Sudamérica. Fue fundada en 1525 y este 29 de julio llega a sus 495 años.
¿Por qué enamora Santa Marta?
En las calles de esta ciudad hay guardadas grandes historias, cuyos protagonistas vienen de tierras muy lejanas, algunos por pura curiosidad, otros por interés, pero todos sin excepción quedan fascinados con la magia que se esconde en cada rincón y que resulta sencillo de descubrir.
Muchos aseguran que “encontraron el paraíso”, por eso se convierten en samarios adoptivos que hablan con orgullo de una ciudad que sin pretenderlo les ha dado lo que tanto buscaban.
Uno de ellos es Alberto Ferro, quien llegó a Santa Marta hace 14 años como turista, haciendo realidad un sueño: conocer ‘La Perla de América’. Había escuchado y visto de Santa Marta por internet y televisión, pero asegura que pisarla fue una experiencia maravillosa que lo dejó fascinado.
Disfrutar del mar, recorrer las calles llenas de historias y visitar los mágicos lugares que la rodean: Minca, Taganga, El Rodadero, el Parque Tayrona y la Sierra Nevada lo hicieron dejar su vida en España e iniciar una nueva vida en estas tierras cálidas.
“Aquí encontré las maravillas del mundo, así como me enamoré de esta tierra y sus bondades naturales, fue aquí donde conocí el amor de mi vida y construí mi familia, ahora soy el esposo de una samaria y tengo dos hijos samarios”, relata con orgullo Ferro, ahora no solo apoya en el fútbol al Real Madrid sino también el Unión Magdalena.
Para Ferro el tiempo que lleva radicado en La Perla no ha sido suficiente para conocerla en su totalidad, “cada rincón tiene algo que contar, he tratado de visitar muchos sitios y disfrutar de ella en su máximo esplendor, pero siempre tiene algo más que explorar y disfrutar”.
Alberto tiene un hostal en el Centro Histórico, donde recibe a turistas de su país y de otros lugares del planeta, que al igual que él, cuando llegan quedan flechados de la ciudad de la brisa fresca, el cayeye, el pescado frito y la bacanería de la gente.
Así como Alberto, hay muchos enamorados de la ‘Mágica Santa Marta’ que decidieron dejarlo todo y venir a vivir una nueva aventura en Santa Marta, la ciudad naturalmente mágica.
Y no es exageración, estrellas mundiales teniendo todas las posibilidades a sus pies, han puesto sus ojos en la capital del Magdalena, como sucedió con el volante colombiano James Rodríguez, que no dudó en comprar un lujoso apartamento en el sector de Bello Horizonte, donde ha sido feliz disfrutando sus vacaciones de fin de año en dos ocasiones.
Gente samaria
El sociólogo y doctor en Historia, Édgar Rey Sinning, es otro de los hijos adoptivos de la ciudad que se enamoró de ella cuando la visitó en una excursión. Él, así como muchos, piensa que es la ciudad ideal para “vivir y morir, es una tierra soñada”.
Recuerda que la vida del samario, de ese que ya quedan pocos, era muy feliz y tranquila. “El nativo samario, que caminaba despreocupado, que se paraba en una esquina y bailaba. Ya esas personas solo se pueden encontrar en los sectores populares, ese donde más se mantienen esa magia de Santa Marta, todos nos conocíamos y éramos amigos -hasta nos decíamos ‘Ñia’”.
El sociólogo dice que en la actualidad hay algunas cosas que se mantienen de la cultura del samario, pero otras han cambiado y esto se debe a que muchas personas vinieron de otras partes a vivir a la capital del Magdalena.
“En los últimos 20 años la población se incrementó, hay 240 mil nuevos habitantes, hay una nueva ciudad, esa cantidad de personas que llegaron y han alterado algunas costumbres”, resalta.
El Centro Histórico
Hay una zona muy especial de esta ciudad, su Centro Histórico en sus calles está anclada la historia y muchas vivencias de foráneos que llegaron y se quedaron.
Rey Sinning resaltó el Centro Histórico, como una de las zonas turísticas por excelencia y en el cual se guarda, gran parte de la historia y de esa esencia de la tierra de Bastidas, pues allí fue el comienzo una ciudad golpeada por terremotos y hasta piratas, que salió victoriosa y hoy se mantiene en pie.
Algunos lugares que se pueden disfrutar en esta importante zona de la ciudad son: El Camellón de la Bahía, La Catedral, Parque Santander o de Los Novios, Parque Bolívar, Plaza de San Francisco, Callejón del Correo, Casa de la Aduana, entre otros.
Hay muchos otros aspectos que hacen de la samaria un lugar que enamora, entre ellas la cultura indígena que baja de la Sierra Nevada, el Parque Tayrona, así como sus dos playas insignias Taganga y El Rodadero; y sin duda otro pulmón: Minca. Cada rincón de Santa Marta guarda una historia que contar que cualquier persona estaría dichosa de vivir.