La comodidad de un colchón, desayuno, almuerzo y cena y recibir el trato que toda persona se merece, parecía un sueño o una ilusión para Leonardo Correa y otras cientos de personas que hacen parte del programa de albergues temprales del Distrito.
La ayuda de parte de la Alcaldía de Santa Marta a estas personas que por trabajar del día a día terminaron viviendo en las calles, es la oportunidad para que de forma temporal Leonardo, un reciclador, haya mejorado sus condiciones de vida.
El hombre hace parte del grupo de 120 personas, que en menos de una hora el programa dirigido por la alcaldesa Virna Johnson, hizo que su vida diera un giro de 180 grados.
Este hombre, quién se dedica al trabajo del reciclaje en la ciudad, hoy no sale del asombro, pues su lugar de dormitorio ya no es una banca a la intemperie del Parque de Bolívar, ahora tiene la oportunidad de poder descansar en una cama y debajo de un techo que lo protege de las condiciones climáticas en el sector de Pozos Colorados.
ERA UNA SITUACIÓN DESESPERANTE
Justo en frente del edificio de Los Bancos y sin poder comerse aunque sea un pedazo de pan, Leonardo pasaba noches en vela, extendía la mano para pedir monedas a cualquier transeúnte que pasaba, y para poder reducir el frío de la madrugada se arropaba con un par de cartones con aquel suéter roto de color azul que trajo puesto cuando llegó a la ciudad.
El trabajo de Leonardo es reciclar en las calles de Santa Marta todo tipo materiales que sean reutilizables, pues en la ciudad de Bucaramanga dónde nació, no pudo formarse en un carrera profesional debido a la falta de oportunidades y las nefastas condiciones económicas de la época.
Los elementos que recicla Leonardo son reutilizables y se encuentran en las canecas de basuras que están instaladas en las diferentes calles y avenidas, dónde también por necesidad en algunas ocasiones le tocó meter sus manos para registrar cáscaras de guineo maduro o de huevos crudos que ayudaran a calmar su hambre.
“Estar durmiendo en la calle es un peligro y un alto riesgo, es muy duro para mí tener que soportar el desprecio de mucha gente, algunas veces me tocaba pedir sopa en los restaurantes a las personas de buen corazón, pero a raíz esta pandemia todo cambió, y creo para bien, pues tenía mucho temor a contagiarme del virus en mi situación de calle”, dijo Correa con alegría pero a la vez con lágrimas en sus ojos.
Debido a las restricciones adoptadas por el Gobierno Nacional, las fábricas de reciclajes también fueron cerradas, lo que generó una traba para Leonardo en la búsqueda de recursos para poder subsistir.
Desde que llegó a la ciudad de Santa Marta hace año y medio, empezó a levantarse a las 6:00 de la mañana de aquella banca para reciclar, con el fin de poder culminar la jornada laboral a la 1:00 de mañana del siguiente día con algo dinero en sus bolsillos y tener con que comer.
“Me tocaba ir a un comedor donde cobran el almuerzo a 500 pesos. Hay días en que me va bien y se consigue plata, depende la cantidad de material que venda, aunque algunas veces me toca caminar largos trayectos con la carretilla para llegar hasta las fábricas”, dijo Correa.
Aunque se ganaba alrededor de 3 mil pesos, para Leonardo esto era suficiente, ya que le alcanzaba para pagar un plato de comida y para el servicio de baños en el sector del Mercado Público, a dónde le tocaba ir para bañarse.
UNA VIDA MEJOR EN MEDIO DE LA PANDEMIA
Correa, añadió que “esto es un alivio y una gran bendición mientras transcurre la cuarentena, pero desearía que este sueño no termine nunca y pueda mejorar mi situación laboral y económica. Quiero aprender a desarrollar otras actividades productivas”.
Después de mucho tiempo, el hambre de Leonardo generada por los efectos del coronavirus se calmó, actualmente cuenta la alimentación tres veces al día, asimismo, dispone de los servicios de luz y agua en una habitación compartida, además tiene el acompañamiento especial de médicos, psicólogos y trabajadores sociales junto a sus compañeros que llegaron a este albergue por diferentes circunstancias de la vida.