Las acusaciones del presidente colombiano sobre vínculos entre el Clan del Golfo y el ELN en territorio venezolano provocaron una dura respuesta del gobierno de Nicolás Maduro, que niega complicidad con el narcotráfico y responsabiliza a Colombia por la expansión del crimen.
Un nuevo episodio de tensión diplomática sacude la ya frágil relación entre Colombia y Venezuela, luego de que el presidente Gustavo Petro afirmara públicamente que alias ‘Chiquito Malo’, uno de los máximos jefes del Clan del Golfo, habría establecido una alianza con miembros del ELN en territorio venezolano.
A través de su cuenta en la red social X, Petro también reveló que han sido incautadas 32 toneladas de cocaína recientemente y que varios alcaldes y políticos colombianos han sido capturados por sus nexos con el narcotráfico.
Las declaraciones del mandatario colombiano encendieron la furia del alto gobierno venezolano. Diosdado Cabello, ministro del Interior y Justicia, respondió con dureza:
“¿Por qué tiene el presidente de Colombia que meterse con Venezuela? ¿Nosotros somos los enemigos? El problema está donde se produce la droga”.
Cabello rechazó tajantemente los señalamientos, asegurando que Venezuela combate de forma activa las redes criminales con el despliegue de más de 5.000 efectivos en todo el país. También denunció una aparente falta de cooperación del lado colombiano, afirmando que Caracas entregó información precisa sobre 16 integrantes del Tren de Aragua en Colombia, pero solo uno fue capturado.
La tensión resalta los vacíos y desafíos que persisten en la cooperación binacional en materia de seguridad, especialmente en las zonas fronterizas, donde operan con fuerza estructuras criminales transnacionales. Mientras tanto, las acusaciones cruzadas entre Bogotá y Caracas vuelven a enturbiar el ambiente político y a alejar una coordinación efectiva contra el crimen organizado.
