Un angustioso drama vive esta familia que estaba radicada en Santa Marta y que asegura sentirse burlada por la desidia de algunos funcionarios estatales que ignoran su solicitud de reunificación.
Loraine Logreira, nacida en Santa Marta, y su esposo Bilal Alghandour, oriundo de Beqaa, Líbano, comenzaron su idilio en 2018, cuando se conocieron en Barranquilla. Rápidamente, su relación se transformó en un noviazgo y contrajeron matrimonio el 30 de mayo de 2023.
Todo marchaba bien hasta que, por razones ajenas a su voluntad, la pareja se vio forzada a separarse debido a la compleja tramitología para legalizar la permanencia de Bilal en Colombia. “En 2022 pagamos un salvoconducto para regular su estadía, pero en Migración Colombia no nos dieron la orientación adecuada; nunca nos informaron sobre la necesidad de pagar una prórroga ni nos ofrecieron una comunicación clara para llevar a cabo el proceso”, relató Loraine.
La joven señala que el trato en la oficina de Migración de Santa Marta fue deplorable: “Nos hacían ir de un lado a otro, nos dejaban esperando horas sin ofrecer ninguna orientación”. Posteriormente, la directora regional de Migración en el Atlántico, Karla Machado, trasladó el caso a Barranquilla. En ese momento, Loraine estaba embarazada, y se vio obligada a viajar constantemente a esa ciudad.
Durante uno de esos desplazamientos, el funcionario Manuel Vera se comunicó con Loraine para pedirle que acudieran a firmar los papeles del salvoconducto y pagar la multa correspondiente. Sin embargo, al llegar, se les informó que ya no era posible continuar con el trámite, y que Bilal debía ser deportado.
Loraine asegura que no hubo consistencia en el manejo de su caso. Migración Colombia expidió múltiples actos administrativos contradictorios, algunos en Santa Marta y otros en Barranquilla, lo que generó confusión y desespero. “Nosotros siempre asistimos a las citas de Migración, nunca nos ocultamos y les rogamos que resolvieran la situación, sobre todo ante el conflicto que se vive en Medio Oriente y que también afecta al Líbano, pero nunca nos escucharon”, lamentó.
Desesperada, Loraine buscó ayuda en numerosas entidades, incluyendo ACNUR, y viajó hasta Bogotá para solicitar refugio para Bilal. Sin embargo, sus esfuerzos fueron en vano. “¿Por qué nadie me escuchó ni me atendió?”, se pregunta con tristeza.
El calvario que vivió Loraine culminó en una tragedia personal: al recibir la noticia de la deportación de su esposo, la cual se dio en junio de este año, sufrió tanto estrés que perdió a su bebé cuando tenía tres meses de gestación. Hoy, Loraine está diagnosticada con depresión y ansiedad, y responsabiliza a la negligencia de Migración Colombia y a las entidades que ignoraron sus súplicas.
Hasta tuvieron que interponer tutelas invocando su derecho a conformar una familia y aunque algunas les han resuelto a su favor, tampoco han podido cumplir su anhelo de estar juntos.
Su angustia se agrava con el recrudecimiento de la guerra en Medio Oriente. Bilal ya resultó herido cuando un muro se desplomó sobre él durante un bombardeo en su ciudad natal, y Loraine teme no volver a verlo con vida.
Como último recurso legal, la pareja ha presentado una solicitud de nulidad del acto administrativo que ordenó la deportación de Bilal, y le piden al Estado colombiano que respete su derecho a la reunificación familiar para terminar con la angustia que le afectó su estado emocional.
Loraine también se ha comunicado con el vicecanciller Jorge Rojas, pero no ha obtenido ni siquiera un saludo del alto funcionario del Gobierno Nacional.
Por ahora solo pueden estar en contacto mediante videollamadas, cuya frecuencia depende de las restricciones propias que la guerra impone a los servicios de electricidad y de internet en la ciudad libanesa donde se encuentra Bilal.