Aunque esta es su primera campaña proselitista, durante más de 20 años su voz, fuerte y decidida, ha acompañado a más de 10.000 mujeres víctimas de la violencia en todas sus formas.
Norma Vera Salazar tiene muy buen sentido del humor, aunque siempre que aparezca en los medios sea, como dicen por acá: para cantarle la tabla a algún funcionario, porque cundo se trata de mujeres víctimas de violencia, siempre está presta. En estos asuntos, la valiente Defensora de Derechos Humanos no distingue género: cuestiona con el mismo ímpetu tanto a hombres como a mujeres.
El carácter y la vehemencia con la que defiende sus causas, los forjó en la dura infancia que le tocó vivir. Llegó muy niña a Santa Marta desde Ibagué con su mamá y un hermano, huyendo de un padre maltratador. Para sobrevivir con sus pequeños hijos, la madre vendía chance en un principio y luego buñuelos, pero en un momento todo se vino abajo y les tocó habitar una casa en la orilla de la playa.
A los pobres, la vida les toca vivirla de otro modo. Norma Vera Salazar tuvo a los pocos años de vida que empezar a trabajar para poder vivir, porque en Colombia a los niños sin recursos les toca aportar para el sostenimiento de la casa y el suyo propio. En ese ir y venir por la sobrevivencia, vendió pescado y guineo verde en las calles, y halo chinchorro, actividades que estaban a la mano por cuenta de su habitación en la playa.
“Esta voz fuerte que tengo, me la dieron los muchos años de trabajo como vendedora ambulante”, suele decir. Poco a poco, en medio de la pobreza, Norma Vera Salazar, empieza a interiorizar una idea que difunde mucho ahora que es candidata al Senado: la educación es la única forma de ascender socialmente.
Y es ella el ejemplo claro de cómo a través de la educación se pueden vencer las barreras que impiden al ciudadano de a pie avanzar. Quienes estudiaron con ella en la Escuela Normal Superior la recuerdan siempre como una gran alumna, siempre la mejor. “Vivíamos en una casa sin luz a la orilla de la playa, a mi hermano y a mí nos tocaba hacer la tareas con mechón y éramos buenos alumnos. Muchas veces intenté abandonar el colegio por la dureza de cumplir con las tareas en esas condiciones, pero mi mamá siempre decía que de algún modo la educación cambiaría nuestras vidas” comenta.
Las propuestas de Norma Vera
Una de sus propuestas bandera en este camino al Senado es el aumento de las transferencias con las que se financian las universidades públicas, porque el actual sistema es inequitativo para con las instituciones pequeñas, limitando el campo de acción de las mismas y aumentando el valor de la matrícula al estudiantado. Igualmente, la descentralización de la Universidad del Magdalena, para que los jóvenes de los municipios y corregimientos alejados de Santa Marta puedan acceder a educación superior de calidad.
Aunque suele presentarse como la mamá de Valentina y mucha gente la reconoce como Defensora de Derechos Humanos y Activista por los Derechos de las mujeres, Norma Vera Salazar es en esencia profesora. Su educación básica primaria y secundaria estuvo orientada hacia eso en su colegio, siguiendo esa línea se graduó en la Universidad del Magdalena como Licenciada en Necesidades Educativas Especiales con Énfasis en Valores Humanos. También es Especialista en Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario y Magister en Promoción y Protección de los Derechos Humanos. “Me topé con la Universidad pública y la Universidad me hizo profesional, me hizo creer, me hizo soñar y me hizo esperanzarme”, agrega.
A los 21 años, tratando de reconstruirse interiormente luego de ser violada a los ocho años, empieza su actividad como Defensora de Derechos Humanos y Activista por los Derechos de las mujeres. “Poco a poco, durante 20 años y con las más de 10.000 víctimas que he defendido, me he restaurado, he restaurado la justicia, y cada una de estas mujeres que he mirado a los ojos y llorado con su dolor, ha sido mi redención”, afirma, refiriéndose a la forma como logró dejar atrás el dolor y la desazón que produce un hecho de esa magnitud.
En este sentido, su ejercicio no se limita a la defensa de las mujeres maltratadas o las familias y víctimas que son ignoradas en las entidades públicas encargadas de brindar atención garantizar acceso a la justicia, sino que también implican investigaciones de alto turmequé y denuncias públicas contra personajes peligrosos.
Norme Vera Salazar ha librado varios años una guerra frontal contra la impunidad de los delitos sexuales cometidos por Hernán Giraldo Serna mientras fue comandante de un grupo paramilitar con influencia en Santa Marta y la Sierra Nevada. “Durate seis años me interné en la Sierra Nevada y recopilé la historia de 201 niñas y adolescentes que fueron violadas por el que considero el mayor depredador sexual de la historia del conflicto armado colombiano: Hernán Giraldo Serna.”
Norma Vera: La investigadora
Las investigaciones de Norma Vera Salazar no solo dan cuenta de esta escandalosa cifra, sino que también describen una serie de actuaciones irregulares en varias entidades del Estado que permitieron que aun estando preso el exjefe paramilitar siguiera abusando de niñas y adolescentes: falsificaban cédulas en la Registraduría para hacerlas pasar como mayores de edad e hijas de Giraldo Serna y poder ingresar a la cárcel.
Con su actuar valiente y voz calificada, Norma Vera Salazar consiguió que Hernán Giraldo fuera excluido del Proceso de Justicia y Paz, es decir, perdió los beneficios jurídicos que por acogerse a dicha Ley tenían los paramilitares. Así mismo, al llegar a Colombia, luego de pagar su condena en Estados Unidos por narcotráfico, fue imputado por los delitos de acceso carnal violento, acceso carnal abusivo con menor de 14 años, aborto forzado, trata de personas y concierto para delinquir y cobijado con medida de aseguramiento.
Este momento de su ejercicio como Defensora de Derechos Humanos lo considera el más difícil, pues por cuenta de las diligencias propias de su trabajo investigativo y la información que estaba recabando, empezó a recibir amenazas de muerte: la solución que durante años han venido manejando algunos sectores a este tipo de asuntos. “Mi esposo, que ha sido un pilar importante de sostenimiento, me dio un ultimátum, porque los hostigamientos eran cada vez más frecuentes y temía que atentaran contra nuestra pequeña hija” comenta hoy con tono jocoso Norma Vera Salazar.
Hoy podría decirse que las preocupaciones del esposo son dobles, porque ahora además del activismo y defensa de los derechos humanos, Norma Vera Salazar es una voz fuerte en el mundo de la política, con posibilidades reales de ocupar una curul en el Senado de la República.
La campaña de Norma Vera Salazar despegó el mismo día que la Coalición Verde y Centro Esperanza hizo el lanzamiento de su Lista al Senado, donde ella fue la encargada del discurso de cierre. Sus palabras fueron tan emotivas y conectaron tanto con el auditorio, que fue la más aplaudida, por encima de oradores reconocidos como Humberto de la Calle o Angélica Lozano.
Norma Vera: La voz de todos
Ese día, Norma Vera Salazar habló en nombre de todos los habitantes de territorios alejados del Centro, donde las condiciones de vida de la gente son paupérrimas y sin expectativa de mejoría, por los jóvenes que estudian en la universidad y no encuentran trabajo; por las madres y padres que lloran a los hijos víctimas del reclutamiento; por los campesinos que no progresan porque no tienen vías para sacar sus productos, por los jóvenes de los corregimientos y municipios a donde la universidad pública no llegan.
Sus discursos y apariciones públicas en los medios han sido la exteriorización de los sentimientos reales y preocupaciones de alguien que a punta de trabajo y esfuerzo logró posicionarse como una de las mujeres más influyentes de Santa Marta y el Magdalena, no en vano, ha sido condecorada con: Medalla al Mérito Miguel Antonio Cano. Ejército Nacional; Reconocimiento a la labor social. Cruz de Bastidas; Reconocimiento Ciudadana Ejemplar. Policía Metropolitana de Santa Marta y Mujer CAFAM Magdalena.
La campaña política dejó claro que es una mujer de talante. “Yo no tengo a nadie detrás controlando mis actos, instrumentalizándome. Puedo decir a mis 41 años que soy una mujer formada con criterios suficientes para tomar mis propias decisiones”, explica siempre que le preguntan por sus jefes políticos. Durante este tiempo, ha levantado las banderas de la feminización de la política.
Su familia es muy importante para ella, pues es alrededor de ese espacio donde encuentra la seguridad y la fuerza para enfrentar las batallas difíciles y peligrosas que le plantea el activismo, la defensa de los derechos humanos y ahora la política. Ana Rita Salazar, su madre es la mujer a quien más admira, pues a pesar de las adversidades logró a los 50 años graduarse de abogada. Tiene tres hermanos: Pablo Hernán Vera Salazar, actual rector de la Universidad del Magdalena, y Yadira y Karen Arrieta Salazar. Su esposo se llama, Jimmy Palacio Romero y su pequeña hija de cuatro años: Valentina Palacio Vera.
A pocos días de las elecciones, su nombre ahora se reconoce en otros espacios y escenarios, que de llegar, seguramente dejará en alto el nombre del Magdalena, porque a lo largo de su vida ha demostrado que tiene capacidades suficientes y la valentía para ir a buscar soluciones efectivas y concretas a los problemas serios que no dejan avanzar el territorio