Un joven de Bucaramanga falleció tras un accidente en el río Buritaca, en Santa Marta, donde operadores turísticos ofrecían recorridos sin chalecos salvavidas ni guías, y el sistema de salud tardó casi dos horas en enviar una ambulancia. La familia exige justicia y denuncia una cadena de irregularidades y abandono institucional.
Las fallas en la seguridad turística en Buritaca quedaron expuestas tras la muerte de Leoncio Julián León Murillo, un turista que viajó desde Bucaramanga para disfrutar el puente festivo junto a su familia. Lo que debía ser un descanso terminó evidenciando la peligrosa combinación entre informalidad turística, ausencia de protocolos y abandono del sistema de salud.
Según la familia, promotores turísticos los abordaron y vendieron un recorrido por el río por el monto de $10.000 pesos por persona. Entregaron manillas, pero no suministraron chalecos salvavidas, ni hubo guía capacitado, ni explicación de riesgos.
Al final del recorrido, Leoncio se lanzó al agua cerca de la orilla. El fondo era poco profundo pero el golpe fue brutal. Su cabeza sufrió un fuerte golpe que le produjo graves lesiones. De inmediato perdió movilidad y también tragó agua.
No había personal de rescate. No había socorristas. No había protocolos.Un pescador y familiares intentaron ayudarlo, mientras cada minuto empeoraba su estado. La ambulancia con asistencia médica tardó casi dos horas en llegar al lugar. En una zona turística de alta afluencia, esto es inadmisible.
Primera falla médica
Leoncio fue trasladado a la Clínica Perfect Body, ubicado en Santa Marta. A pesar de la gravedad del caso, según la familia, solo recibió atención básica, sin estudios especializados ni tratamiento adecuado para una lesión medular y posible daño pulmonar.
Al ver la falta de atención, la esposa suplicó que lo remitieran a una clínica de mayor nivel. El domingo 13 de octubre, consiguieron la ambulancia para ser trasladado y fue llevado a la Clínica Avidanti, donde finalmente se conoció la magnitud del daño: lesión severa en la médula espinal y agua en los pulmones. Fue intubado y trasladado a UCI.
A pesar de los esfuerzos médicos, el daño ya era irreversible. El jueves 16 de octubre, Leoncio murió por un paro cardiorrespiratorio. Deja dos hijos pequeños, una esposa en recuperación física y emocional, y una familia que ahora exige explicaciones.
“Mi esposo confiaba en que era un lugar seguro. Lo dejaron morir desde el agua hasta la clínica”, manifestó su esposa.
