Espacio de oración, fraternidad y presentación de la Pastoral Social Diocesana, donde Monseñor invitó, exhortó y comprometió.
Los candidatos llegaron puntuales, tranquilos y amables. Después de un café inicial, la mejor forma de empezar el encuentro fue, con la presentación de la Pastoral Social Diocesana, a cargo del P. Harold Porfirio Tejada.
Luego, con base en el Mensaje de los obispos de Colombia, a propósito del año electoral, Monseñor centró su encuentro con los candidatos, en tres verbos: invitar, exhortar y comprometerse.
Hizo una invitación a los ciudadanos, una exhortación a los líderes políticos y dejó un compromiso a quienes viven en el territorio diocesano de Santa Marta.
De acuerdo a esto, invitó a los ciudadanos a considerar la trayectoria y propuestas de los candidatos al Congreso y a la Presidencia de la República, capaces de promover el bienestar, a partir de las necesidades de los territorios y al interés nacional.
Por ello llamó a votar libre y responsablemente, como fruto de una decisión informada y consciente; a favorecer la democracia y reclamar del Gobierno, garantías para prevenir delitos electorales.
Exhortó a los líderes políticos a encontrar en el bien común, la motivación para su servicio, de modo que los clamores, sobre todo de los jóvenes y de los pobres, sean escuchados, y las problemáticas sociales que siguen sin respuesta, sean atendidas.
Asimismo para ejercer un liderazgo que incluya a todos en un proyecto de nación, que cuide la paz, acreciente la confianza en las instituciones y en el prójimo, y en el que cada uno sea artesano del desarrollo humano, económico y social; a impedir la corrupción, acatando la doctrina social de la Iglesia, la cual nos enseña que, “la política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad” (Evangelii Gaudium, n. 205).
En este encuentro, no podían faltar las personas pertenecientes al territorio de la Diócesis de Santa Marta, a quienes Monseñor, comprometió a construir con decisión y sin miedo un país mejor, permitiendo que nuestras raíces cristianas, nos muevan a la justicia, al diálogo y a la fraternidad.
Por tal razón, es necesario el respeto a la vida humana en todas sus etapas y expresiones, la protección de la familia, el derecho a educar a los hijos, la libertad de conciencia y el cuidado de los ecosistemas, a dejar la intolerancia y la violencia, a emprender juntos la amistad social; a mirar con esperanza el futuro de Colombia. Al final, en comunión con la Iglesia Universal, pidió al Espíritu, guía y protección, para que “nos regale más políticos a quienes les duela la sociedad, el pueblo y los pobres” (Evangelii Gaudium, n. 205).