“Ahora, la mayoría somos labriegos, ¡ya no hay comercio!”
Óscar Iván, como se hizo llamar un natural del corregimiento de Minca, un poco penoso y más bien cansado por el trabajo duro en el monte, asegura que hoy en día ante la pandemia por el Covid-19, quedó a un lado su oficio, cocinar y servir platos en un restaurante de la localidad, para dedicarse a cultivar lo que se pueda, “solo para subsistir”.
Como Óscar, son cientos de vecinos de la capital ecológica de Colombia que viven del turismo, ya sea en paquetes de viajes, paseos, ecoturismo o en el sector gastronómico que han tenido que reinventarse, dejar a un lado los álbumes con fotos de las bellezas de Minca, las cartas para los platillos típicos o un delantal, para tomar el hacha, el machete y con las botas puestas enfrentar la realidad por el coronavirus.
Hoy en día el pueblo que por años fue vitrina del turismo ecológico y que debía ser custodiado para evitar el turismo desaforado y los daños al medio ambiente, parece más bien un pueblo fantasma.
Casas cerradas, negocios quebrados, letreros de compra y venta por todos lados y un común denominador: la crisis económica pero el temor que hasta esta pequeña población no llegue el virus mortal.
Las estrechas calles que por años fueron el pasillo de mochileros y familias de extranjeros buscando aventura, un poco de paz y las maravillas que brinda la naturaleza, hoy son corredores de soledad, recuerdos y las motocicletas de los domiciliarios que como en toda Santa Marta, son los únicos con licencia para transitar por todo el casco urbano.
La imponente vegetación, por la situación actual con la pandemia, más orgullosa y triunfante sin el depredador por excelencia asechando, hoy muestra paisajes únicos que Raúl, un veterano recuerda de su Minca de antaño.
“El río, las montañas, los colores, hoy a pesar de la soledad, veo una Minca tan verde, que me remonta a mi juventud”, dijo el natural de esa zona.
NO TODO ES COLOR DE ROSA
La entrada a Minca desde la estación de Policía, está completamente cerrada con conos o barricadas para evitar que alguno se pase de listo y quiera saltarse la norma, los agentes del orden de igual forma adelantan acostumbrados patrullajes para evitar cualquier anomalía.
En la entrada, los conos son señal, que los forasteros hoy en día no son bienvenidos. Las personas de la población por su parte solo salen su día de pico y placa en busca de los necesario hasta Santa Marta, es quizás el único momento en que se mezclan con alguna multitud, por eso siempre se exigen con estrictos cuidados.
A pesar que varios de los naturales de Minca se han reinventado y han tenido que tomar medidas como trabajar en fincas, otros cada día ven más dura su situación; entre ellos los comerciantes.
Según comentó el edil Víctor Riátiga, la situación ha sido tan difícil, que varios dueños de locales, negocios, restaurantes y hasta hoteles han tenido que cerrar e irse a otras ciudades.
“Algunos están en Santa Marta, otros se fueron a Barranquilla, no pueden hacer más nada acá sin producir, pero primero es la salud”, manifestó el edil.
Además de Riátiga, una de las comerciantes, tenderas de la zona, manifestó que es difícil ver como la fuente de empleo de miles de personas, se pierde por un virus “que si no mata con las afectaciones en salud, mata el bolsillo y puede asesinarte con el hambre”.
LAS AYUDAS
Desde la Alcaldía de Santa Marta se han hecho entrega de cerca de 6000 mercados solidarios, entre esos el sector de Minca, el cual junto a Guachaca, Bonda y Taganga, han recibido el apoyo institucional.
Sobre el tema el secretario de Promoción Social, Inclusión y Equidad, Andrés Correa, dijo que esta es una una valiosa ayuda para miles de samarios en condición de vulnerabilidad que han visto mermadas sus fuentes de ingreso por motivo de la pandemia del Covid-19.
“Con la entrega de estos mercados solidarios buscamos asegurar que las personas en condición de vulnerabilidad, adultos mayores, mujeres embarazadas o personas con enfermedades preexistentes; cumplan las medidas de aislamiento social obligatorios decretadas por parte de nuestras autoridades”, dijo el funcionario.
MUCHOS SE FUERON
Si Marcos el que menciona Laura Pausini en la canción ‘La soledad’ “se ha marchado para no volver”, Ricardo, George, Lawin, Alejandra, Howard, Mateo y hasta Cristian Alí, extranjeros y nacionales que recorrían las calles de Minca, esperan volver para poder disfrutar de las maravillas de la naturaleza y aportar a la economía local.
Otros como Hugo, un turista griego y su amigo Ronson, tuvieron que pasar la cuarentena alejados de su familia y en un paraíso.
“Es difícil ver todo cerrado y que no podemos disfrutar de la naturaleza de Minca, solo podemos ir a la tienda y comprar lo necesario, pero tampoco es tan malo, este es un paraíso y pasarla cuarentena acá, creo que es para generarle envidia a cualquiera”, dijo Hugo Toyamon.
LA NATURALEZA
Una de las maravillas del corregimiento de Minca es sin duda el río, por años uno de los balnearios preferidos por propios y visitantes, hoy en día en una estado único.
Ante la ausencia de personas en parques, playas, ríos, calles y otros escenarios, el Gobierno Distrital, desarrolla labores de limpieza, oxigenación y desinfección que le dan un respiro a los entornos naturales que representan la riqueza ambiental de Santa Marta y Minca no es la excepción.
La belleza natural ahora está más engalanada ante la ausencia del turismo desaforado que difícilmente era regulado en Minca.
Muchos aseguran que a pesar de todo, es necesario que haya turismo, para que la economía vuelva a ser sostenible y Minca vuelva a ser la capital ecológica de Colombia.
