Negarse a la vacuna es una opción, pero el riesgo de morir por el virus seguirá para siempre.
Familiares de un adulto mayor de 72 años que se opuso a recibir la dosis por miedo de sufrir un efecto secundario, hoy lamentan su muerte por el mortal virus.
“A través de esta historia, quiero dejarles una reflexión y aunque no buscó con ello resolver dudas o influir en la aceptación y aplicación de la vacuna, si les comparto esta experiencia para que tomen la mejor decisión”, manifestó uno de los hijos del occiso, antes de conceder la entrevista a Santa Marta al Día.
En su relato cuenta que hace un mes, su padre se encontraba en excelente estado de salud. Era un hombre con 72 años cumplidos, llenó de vida, manejaba bicicleta por toda la ciudad y nunca mostró temor al virus que en todo un año no lo tocó.
“Él siempre alardeaba de su vitalidad y fuerza para enfrentar todo lo que la vida le pusiera al frente, incluso al virus. Hasta llegó a enojarse con algunos familiares porque le pedían que se cuidara y que fuera más precavido”, cuenta.
Cuando llegó la vacuna, sus hijos sintieron tranquilidad porque su papá estaba en la lista de los priorizados.
“Un poco terco y radical en sus decisiones, le dijo no a la vacuna y aunque se le insistió, llenó formularios, de la EPS lo visitaron y le explicaron todo el proceso, ventajas y demás por menores. Su decisión ya estaba tomada”, agrega.
No hubo poder humano posible que le hiciera cambiar de opinión, a este adulto mayor que aseguraba que con sus propias fuerzas podía enfrentar y vencer el virus.
Pasaron algunos días y el Covid lo atacó. ¿Cómo? y ¿Dónde? No se sabe, porque era un hombre inquieto que no abandonó nunca su bicicleta para ir de un lado a otro.
Lo único concreto es que desde ese momento comenzó la batalla más grande que la vida le puso.
Confiado de sus fuerzas y dándole la guerra, lo combatió por una semana y media en casa. Aun sobre su voluntad, sus familiares decidieron llevarlo a una clínica, porque su salud se deterioraba cada vez más.
Lo internaron; a los tres días lo ingresaron en UCI, pasaron otros dos días y efectivamente mejoró, y él se sentía victorioso, pasó a una habitación y estaba feliz.
“Lo primero que hizo al ver a los suyos fue preguntar por los torneos de fútbol (su pasión más grande)”, recuerda su hijo menor.
Pasaron dos semanas en las que había momentos que mostraba mejoría. Los médicos siempre decían que todos sus órganos estaban sanos, pero que el virus había dejado secuelas graves en un pulmón y que, por su edad, había necesidad de ayudarlo a respirar hasta que lograra hacerlo por sus propios medios.
Pero, como los millones de personas que han luchado contra este virus y que se quedan en el camino. Este samario de 72 años, tuvo una recaída. Una llamada a la 1 de la mañana del 7 mayo, le dio un giro inesperado a la guerra que ya parecía ganada.
El médico les informó a sus familiares que: “le dio una crisis, sufrió un paro el cual superó muy rápido, pero fue necesario dejarlo con intubación y sedado”.
Este reporte, lo cambió todo, si, aunque jamás sus allegados perdieron la esperanza. Sabían que la batalla era más difícil y que ya las fuerzas que le quedaban eran cada vez menores.
“Todos los días recibíamos el reporte, lo veíamos en video llamadas, nos dejaban ingresar para que le habláramos y le diéramos fuerzas. Pero su pronóstico siempre era el mismo: estado crítico y delicado”, contó un familiar.
Los médicos hicieron su trabajo y día a día mientras lo atendían, también preparaban a sus seres para la fatal noticia, esa que ninguno quiere escuchar.
Y así fue, el 18 de mayo a eso de las 4 de la tarde, llegó la llamada que acabó con todas las esperanzas.
“Nos dijeron que estaba peor que todos los días y que sus órganos habían dejado de recibir oxígeno”, detalla.
“Dejé todo y corrí a la clínica con el deseo de hablarle y decirle que luchará un poquito más, que allí estaba tal y como me pidió. Pero, llegué tarde… Y lo que sentí cuando el vigilante me preguntó ¿familiar del señor Orlando? Siga por favor, no lo podré describir jamás. Fue terrible”, relató uno de sus familiares.
Efectivamente al entrar el doctor le informó del fatal desenlace de su ser querido.
“Como esta historia, hay muchas que se escriben día tras día en el mundo. Con ella solo quiero que seamos consiente, que este enemigo es muy grande y que por ahora la única esperanza para seguir pelando es la vacuna”, expresa el familiar en medio del dolor que le embarga.