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‘Megxit’: el nuevo drama que enfrenta la corona británica

Los británicos fueron testigos esta semana de uno de los momentos más dramáticos de la vida reciente de la monarquía que rige el Reino Unido desde hace más de diez siglos. El príncipe Enrique, conocido como el ‘niño rebelde de la corona’, y su esposa, Meghan, los duques de Sussex, anunciaron su plan de independizarse del yugo monárquico y armar tienda aparte.

Este gesto de la pareja parece marcar un quiebre con la forma tradicional de manejarse la realeza británica, acostumbrada a reglas muy estrictas de comportamiento, donde solo la soberana, Isabel II, de 93 años, decide el destino de su familia, conformada por cuatro hijos y ocho nietos.

Para algunos analistas, Enrique, el sexto en la línea de sucesión de la corona, encarna los deseos de muchos británicos de que se produzca un cambio con la tradicional sumisión cortesana, y un paso hacia la modernización de una monarquía de carácter constitucional, en la que la reina tiene un papel limitado a labores de representación diplomática y honores, dejando las decisiones políticas a la figura del primer ministro.

El revolcón se desató el miércoles pasado, poco después de que la pareja regresara a Londres, tras pasar las fiestas de Navidad y Año Nuevo en Canadá junto con su pequeño hijo, Archie, de 8 meses de edad, y en compañía de la familia de Meghan.

En el comunicado se delinea cómo sería su plan de distanciamiento de la realeza británica y de trabajar para ser financieramente independientes. Allí dejan sentada su intención de dividir su tiempo entre el Reino Unido y América del Norte, y aseguran: “(Continuaremos) honrando nuestro deber con la reina, la Commonwealth y nuestros patrocinios”. Para colmo, hasta se anuncia una página web (www.sussexroyal.com) en la que se concentraría su trabajo y en la que se lee la frase ‘El objetivo es enfocarnos en lo que nos conecta, en vez de lo que nos divide’.

Como era de esperarse, la intempestiva declaración pública de los duques provocó la furia de la reina Isabel II y la indignación de los príncipes Carlos (padre de Enrique), el primero en línea de sucesión de la corona, y Guillermo, hermano de Enrique, quienes eran inseparables hasta hace menos de un año. La cólera se desató porque los duques desobedecieron la orden estricta de Isabel II, quien había sido informada diez minutos antes de que hicieran públicas sus intenciones a través de las redes sociales.

Algunos analistas se han aventurado llamar este episodio como el ‘Megxit’ (en alusión a Meghan), una analogía, medio en broma, medio en serio, con el ‘brexit’, como se conoce la inminente salida del Reino Unido de la Unión Europea, cuya fecha está fijada para el próximo 31 de enero.

Como en el caso del ‘brexit’ frente a la UE, los duques de Sussex también aspiran a poder tomar sus propias decisiones financieras y hacer las cosas a su manera y no depender del beneplácito de la reina.

Pasada la tormenta inicial, voceros de la reina Isabel II han dicho que hay un deseo de que la situación se resuelva lo más rápido posible y las conversaciones se llevarán a cabo “a ritmo” e involucrarán al gobierno del primer ministro, Boris Johnson. El proceso también involucraría a los gobiernos de Canadá y Estados Unidos, especialmente en lo que se refiere a los servicios de protección de la integridad física de la familia real.

“El parecido entre el ‘brexit’ y el ‘Megxit’ es increíble”, dijo a El Teimpo Jonny Dymond, un veterano comentarista de la vida de la realeza británica.

A su juicio, las incomodidades de la pareja tanto con la corona como con la prensa eran evidentes desde hace tiempo, pero “la forma en que se fueron es impresionante”, por la estrategia de medios de la pareja, que es “ciertamente poco convencional, pero explica de alguna manera por qué hay muchas más preguntas que respuestas”.

Pero ¿cómo llegaron hasta aquí? De entrada, muchos atribuyen este golpe de los duques a Meghan, una exactriz estadounidense de 38 años que estuvo casada anteriormente con el productor y director Trevor Engelson, y quien ha sufrido los duros escrutinios de la prensa amarillista británica casi desde el momento en que se conoció la relación con Enrique.

Pero la historiadora y biógrafa de la realeza Katy Williams cree que en este asunto habría que señalar al príncipe Enrique porque durante toda su vida ha tenido un gran resentimiento tanto con las maneras de actuar de la monarquía como con la prensa británica.

Los comentaristas de la vida de la realeza coinciden en que ha pesado siempre la larga sombra de la trágica y prematura muerte de su madre, la princesa Diana, cuando era apenas un niño, en medio de un accidente automovilístico tras huir de los ‘paparazzi’. A eso se le suma su resentimiento por la excesiva atención de los medios por sus travesuras juveniles y el interés extraordinario en sus relaciones y luego en su matrimonio.

A diferencia de su hermano mayor, el príncipe Guillermo, el duque nunca se ha acostumbrado a los medios de comunicación y todavía se muestra visiblemente nervioso ante las cámaras y las preguntas. Además, a Enrique se lo ha visto aburrido del lado ceremonial del trabajo como representante de la monarquía.

“Enrique siempre ha querido desvincularse de la corona. Y junto con la mujer que ama, ahora piensa que ha encontrado el camino. Aunque sus razones son puramente personales, con esta decisión, Meghan y Enrique están modernizando a la familia real británica, sentando un precedente en el que miembros importantes o sénior generen sus propios ingresos y elijan independizarse cuando lo deseen”, comentó Juan Bejarano, analista y periodista corresponsal en Londres de Radio Francia Internacional.

“Esa independencia debe ser total y no esperar a que los contribuyentes les sigan financiando parte de sus gastos, mientras ellos viajan por el mundo obteniendo altos ingresos en conferencias, campañas publicitarías u otros negocios que podrán realizar gracias a que son miembros de la familia real más famosa del mundo”, agregó Bejarano.

Si hay algo en lo que coinciden los analistas, es que la gente entiende que quieren hacer avanzar las cosas, y persiste el deseo de ayudar a conseguir este derecho, pero no se reposa de 1.000 años de historia real británica en su cabeza de un día para otro.

La pareja, que se conoció a través de una cita a ciegas organizada por amigos en común, se comprometió en noviembre de 2017. La boda se celebró en mayo de 2018 en la capilla de San Jorge del castillo de Windsor y en mayo de 2019 nació el hijo de la pareja: Archie Harrison Mountbatten-Windsor, el octavo en la línea de sucesión del trono.

El drama del ‘Megxit’ llega un par de meses después de que el príncipe Andrés, el tío de Enrique, se alejara de sus funciones públicas con la corona a causa de su escandalosa relación con Jeffrey Epstein, quien fue condenado por delitos sexuales, y las acusaciones de abuso sexual en su contra.

Por otro lado, son inevitables las comparaciones de los seguidores de la familia real y los medios de comunicación entre Enrique y su esposa con el caso del rey Eduardo VIII y Wallis Simpson, quienes envolvieron a la corona en el que puede ser el escándalo más grande de su historia, cuando el rey renunció a sus funciones para salvar su relación.

Tomado de El Tiempo

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