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Colombia

Madre e hija narran otro caso de asalto en el transporte público

Ese fin de semana, Guidany Betancourt y sus hijas se habían quedado en el apartamento de su madre en el sector de Colina, en la localidad de Suba, pero el día domingo 11 de octubre quisieron retornar a su hogar en el sur de Bogotá.

Mientras que la abuela se quedó con una de las niñas, Guidany salió con la mayor a una estación de TransMilenio que hace la ruta Suba-Santa Isabel. “Yo tomé la siete, que para en todas las estaciones. Cuando me subí al bus me di cuenta de que no había mucha gente, se respetaban las distancias”.

Todo iba bien hasta que, a la altura de la avenida Chile, madre e hija sacaron el celular para enviar unos mensajes. “Me dio ganas de hablar con mi mamá. Nosotras estábamos en el último vagón, en las sillas cercanas a las puertas del bus. Yo sí vi a un joven, pero no sospeché”.

Guidany solo vio que un filo estaba llegando a su pecho y, como reacción inmediata, puso el antebrazo. Un joven de 1,80 metros de alto, moreno, con mechas monas, tatuajes de cruces en la mano y un piercing en la ceja quería quitarles sus celulares a toda costa.

Mientras el atacante acercaba su arma, la niña reaccionó y, para proteger a su mamá, puso su mano sobre su pecho. “En ese momento, el atracador la hirió. El arma atravesó la mano de mi niña y alcanzó a herirme la piel”.

Aunque las dos estaban lesionadas, el atracador no paraba de agredirlas, cogía impulso y las atacaba sin contemplaciones. “Ahí hirió a mi niña por segunda vez. Y como si no fuera ya bastante aterrador, el tipo empezó a peinar a mi hija con el puñal con el que nos atacaba”.

Guidany estaba en shock, la niña como pudo daba patadas tratando de defenderse. Ella es deportista, entonces no se quedó quieta, eso le generó dificultad al agresor. “Yo recuerdo que un muchacho trataba de agarrar al tipo, pero este también lo amenazaba con matarlo. En este caso debo decir que la ciudadanía sí reaccionó”.

En medio del forcejeo, el celular cayó al piso. “Mientras eso pasaba, el tipo me decía toda clase de groserías. Ahí me di cuenta de que era extranjero. El tipo trataba de agacharse para coger el móvil, pero como era tan alto le quedaba difícil. Yo de la rabia pisé el celular. Es que ya me habían robado en mayo. Con una pistola me encañonaron y me quitaron otro teléfono, entonces había comprado otro que no era de alta gama, pero sí era llamativo”.

Pero esa reacción hizo que el atracador fuera más agresivo, entonces, a la vista de todos, comenzó a dirigir su cuchillo a las piernas de las mujeres. “Yo viví 30 años en Venezuela. No me pregunte por qué, pero es muy usual que le apunten a esa parte del cuerpo para intimidar a la víctima durante los atracos. Luego de eso, el tipo recogió algo del piso y se paró a lastimarme la cara, ahí fue que me hizo la segunda herida en mi brazo”.

Después todo es difuso. El asaltante intentó correr, pero varios pasajeros salieron a perseguirlo. Incluso mujeres se unieron a la búsqueda. “Cuando el tipo saltó la baranda de la estación Avenida Chile vi que algo se le cayó. Pensé que había sido el cuchillo”.

Mientras la mujer gritaba que la había herido escuchaba murmullos de que habían capturado al delincuente. “De pronto escuché la voz de mi niña: ‘mami, mami, ven’. Me mostró el celular mío –o sea que el tipo se llevó el forro– y luego su mano herida, llena de sangre, se le veía todo, tendones, todo, el hueso. Yo quería morirme en ese momento”.

Guidany dice que la sorprendió que nadie de TransMilenio la auxilió. “El conductor del bus tenía era afán de irse, nadie llegó a brindarnos primeros auxilios. Mi hija se puso mal y nadie de esa empresa nos ayudó, nunca firmamos una bitácora, es como si ellos quisieran desentenderse de estos casos”.

En la siguiente estación, madre e hija se bajaron y solo en ese momento un policía las llamó. “Nos dijo que si éramos capaces de identificar al agresor y nos hizo preguntas sobre su aspecto. Ahí nos explicó que nos teníamos que devolver a la estación de la 72, donde nos esperaba otro policía”. Todo pasó mientras una menor de edad estaba herida y cogiendo el mismo sistema.

Llegaron hasta el carro de la policía, ubicado debajo del puente. “Oh sorpresa, ahí estaba el atacante. Yo me alteré, me puse histérica, pero mi hija le dijo: ‘Tú me apuñalaste’ ”. Cuando los policías le dijeron que ella era una niña de solo 13 años quedó pálido. Luego Guidany advirtió que ella iba a poner la denuncia, pero necesitaba llevar a la niña a un médico. “Los policías me llevaron a un lugar y a mí me tocó correr con todos los gastos. Le cogieron puntos de todo”.

Armadas de valor fueron a la Unidad de Reacción Inmediata de La Granja. “Allá nos volvimos a encontrar con el tipo y nos dijo que ya había confesado, que lo perdonáramos, que estaba estresado porque en la mañana lo habían robado y que se tenía que desahogar”.

El atracador resultó ser un joven de 19 años identificado como Ricardo Javier García Rodríguez. “Debo decir que los policías y los agentes del CTI sí se portaron muy bien y nos acompañaron en el trámite de la denuncia”.

Guidany estaba superando este incidente cuando se enteró de la muerte de Osvaldo Muñoz Palacios. “Es que fue de la misma forma. Ahí pensé: pudimos haber muerto”.
Madre e hija quedaron afectadas.

“Mi hija y su papá son venezolanos. Ella está afectada, escucha el acento en la calle y se asusta. Me da tristeza cuando me dice que se quiere quitar la nacionalidad. Yo le digo que eso no es así, que no son todos, pero quién le quita esa imagen de su cabeza”.

Guidany sabe que ese sentimiento no es bueno porque vivió en carne propia la discriminación en Venezuela. “Y lo peor es que tengo muchos amigos venezolanos, buenos, trabajadores, que están diciendo lo mismo”.

Por las heridas físicas deben buscar a un ortopeda privado para determinar el grado de afectación. “Preciso tenía un contratico nuevo y lo perdí. Todo han sido gastos”.
Hoy, madre e hija solo desean justicia, agradecer a los ‘ángeles’ que las ayudaron y que TransMilenio les diga por qué nadie de esa empresa las ayudó.

Este caso se une al asesinato de Osvaldo Muñoz Palacios el pasado 30 de octubre, también dentro de un bus de TransMilenio. La empresa fue informada de este hecho y le confirmó a El Tiempo que el caso no aparecía dentro de sus registros.

Tomado de El Tiempo

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