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Colombia

Los chinos que se mataron por venganza

Amanecía el martes 2 de enero del 2018. Li Jlan Ping –un ciudadano chino que después de dos décadas en Colombia se había consolidado como un exitoso comerciante– salió de su casa, en el barrio León XIII de Soacha.

Dio algunos pasos, su carro estaba pasando la calle, al frente del apartamento donde vivía con dos compatriotas y amigos.

En ese momento, un joven, que vestía un suéter rojo con capota y escondía la mitad de su rostro con un tapabocas, le disparó dos veces para impedir que se subiera al automóvil.

El homicida corrió. Desapareció rápidamente del encuadre de una cámara de seguridad que grabó todo.

En la esquina lo esperaba su cómplice, el plan era escapar a pie por la autopista Sur. Sin embargo, un error de pistolero principiante arruinó el golpe, planeado con varias semanas. En la huida, al asesino se le cayó la pistola.

“Le dijo a su compañero que tenían que devolverse a buscar el arma porque debía dársela a la persona que los contrató para asesinar a esta persona. Cuando volvían, ya la Policía había sido alertada y en un plan candado los atraparon”, explicó uno de los investigadores que asumió el caso.

Parecía que el homicidio se iba a esclarecer rápido; sin embargo, pasó más de un año para que eso ocurriera.

Ping tenía 48 años, y los amigos con los que vivía en Soacha eran Shaoyi Wu, de 51 años, y su esposa, Xiujin Huang, de 34. El primero en llegar a Colombia fue Wu, hace casi tres décadas. Tiempo después lo hizo su esposa y, finalmente, Ping. Todos venían de la provincia china de Guangdong.

Ya en Colombia, empezaron a trabajar vendiendo comida china, y con esfuerzo y dedicación lograron abrir varios restaurantes. Muchos años después, eran varias las sedes en Bogotá y Soacha.

Además, incursionaron en otros negocios: zapatos, electrodomésticos, ropa, y todo tipo de mercancía que traían directamente desde China, gracias a los contactos que tenían en ese país. Consolidaron un importante capital y tenían negocios en San Victorino, en el centro de la ciudad, y en otras zonas de la capital del país y Soacha.

Ella decidió que él era un problema y quería deshacerse de él a como diera lugar. Desaparecerlo si era necesario.

El dinero fluía y los tres, siempre trabajando juntos, amasaban una fortuna. Sin embargo, hubo una negociación que no salió bien. Además, Ping, más proactivo y dedicado, sobresalía entre sus compañeros; sus negocios eran más exitosos.

“Huang, o alias Bibiana, y Ping tuvieron una discusión muy fuerte por un dinero, y ella decidió que él era un problema y quería deshacerse de él a como diera lugar. Desaparecerlo si era necesario”, relata el líder de la investigación, un uniformado de la Sijín de la Policía del municipio de Soacha.

Para concretar el crimen, ‘Bibiana’ se puso en contacto con un joven de Medellín que había trabajado con ella en uno de sus restaurantes, pero que en ese momento, diciembre del 2017, estaba desempleado.

“Ella llamó a ese muchacho y le dijo que le tenía un trabajo, y que le iba a pagar una buena plata. Le propuso que se vieran en la casa de ella en León XIII”, explicó el agente.

En esa reunión, ‘Bibiana’ le dijo al joven de qué se trataba el ‘trabajo’. Él reaccionó asustado, jamás le habían propuesto asesinar a alguien. Se negó, pero la mujer lo intimidó, le recordó que sabía dónde vivía su familia, y que si no lo hacía, se desquitaría con ellos.

El futuro homicida decidió contactar a un amigo. Con él fueron de nuevo hasta donde ‘Bibiana’ para que les pasara el arma de fuego. La negociación fue por 4 millones de pesos, 2 antes del asesinato y los otros 2 cuando estuviera consumado. Además, si todo salía bien, le prometió un camión para que trabajara.

Así planearon el ataque
Días antes del asesinato, ‘Bibiana’ citó a los jóvenes a un centro comercial ubicado en la calle 80. En ese lugar había citado a Ping para almorzar. Sin embargo, la idea era que los homicidas identificaran quién era la víctima. Después de eso, pactaron una última reunión para coordinar cómo llevarían a cabo el crimen.

El ‘tío’, la pareja de ‘Bibiana’, avisaría desde adentro de la casa el momento en el que Ping saliera. Ella estaba en la puerta de la residencia, desde ahí alertaría con una seña al otro joven, que estaba en una esquina, para que estuviera pendiente de que no hubiera ningún policía.

‘Bibiana’ también le daría luz verde al muchacho que contactó para que abordara a Ping. Después de dispararle, los dos jóvenes huirían corriendo por la autopista Sur.
Todo ocurrió de acuerdo al plan, hasta que, en el escape, al homicida se le cayó la pistola.

Ya capturados, ‘Bibiana’ se las arreglaba para amenazar a los delincuentes que contactó para que no la delataran. Los amenazaba con hacerles daño a sus familias.
Así logró persuadirlos. Sin embargo, en un interrogatorio, uno de ellos explicó cómo había ocurrido todo. Las autoridades de inmediato empezaron a buscarlos. El ‘tío’ se había perdido. Huyó a Cali, donde fue capturado en medio de un plan de antecedentes, en julio pasado.

Él declaró en contra de su pareja, y a través de ese testimonio la encontraron. Ya no vivía en Soacha, residía en un apartamento por la calle 80 con avenida Ciudad de Cali.
En este momento, los cuatro están tras las rejas a la espera de la condena. Los dos jóvenes aceptaron su responsabilidad por el asesinato de Ping. ‘Bibiana’ también, pero el ‘tío’ se declaró inocente.

Tomada de El Tiempo

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