En diálogo con SANTA MARTA AL DÍA, la defensora de Derechos Humanos, Norma Vera Salazar, se refirió al mensaje publicado por medios informativos en el que Hernán Giraldo Serna, confirmaba su regreso a Colombia en 2021.
La investigadora que ha sido insistente en los atroces crímenes de Giraldo, a quien llama ‘Señor de la guerra’, le dijo a este medio digital, que espera que la justicia colombiana está en deuda de aclarar a través de Justicia y Paz, de manera formal la situación jurídica de Hernán Giraldo.
Vera Salazar lo dice porque la condena que paga en Estados Unidos, tiene que ver con el narcotráfico, además que cuando salió del país fue excluido de Justicia y Paz, luego que se le comprobó un delito sexual, por una menor que ingresó a la cárcel Rodrigo de Bastidas, cuando apenas estaba iniciando el proceso de desmovilización.
“La memoria de Santa Marta y el Magdalena está plagada de dolor”, dijo la investigadora.
La defensora de Derechos Humanos recordó que Giraldo reconoció más de 2900 homicidios y 11 mil desplazados, “con esos signos trágico tenemos el desplazamiento más grande de Colombia, cuerpos de víctimas que jamás aparecieron “.
Además de 1.166 hombres que fueron reclutados siendo menores de 14, 15 o 16 años, en su época de terror.
LA ENTREVISTA
Norma Vera Salazar compartió su escrito “Le temo a Giraldo”
A propósito del video que circula en diversos medios en los que el confeso desmovilizado Hernán Giraldo Serna envía un mensaje diciendo que pronto retornará, considero necesario realizar un ejercicio de memoria como homenaje a las víctimas y como fuente informativa para quienes no conocen la magnitud de las atrocidades cometidas por este “señor de la guerra”.
El origen del denominado “Frente Resistencia Tayrona” dirigido por Hernán Giraldo Serna.
A finales de la década de los 60, SNSM sufre una fuerte ocupación por parte de colonos del interior del país, facilitándose su acceso gracias a la recién denominada Troncal del Caribe, con gran número de caseríos alrededor de la vía.
En este escenario se produce a gran escala la explotación marimbera, en un marco de desidia estatal se produce la industrialización en la producción y exportación de grandes cantidades de marihuana hacia ciudades de los Estados Unidos hasta 1985, año en que la creciente demanda de la cocaína hizo caer en decadencia el envío masivo de la marimba.
Esta dinámica económica fue semillero para que grupos armados de forasteros iniciaran un proceso de autodefensas campesinas en la región. De aquí en adelante, en esta región las pugnas por los negocios ilícitos y las diferencias personales entre los miembros de estas familias que pretendían demostrar poderío y control sobre las otras generarían una violencia sin precedentes, volviéndose usual los homicidios en la SNSM y en las poblaciones del pie de monte como Dibulla, Mingueo, Palomino, en La Guajira, y los caseríos que conforman el corregimiento de Guachaca, así como en el casco urbano del Distrito de Santa Marta. (Betancourt, 1994).
Hernán Giraldo Serna se posiciona como el hombre fuerte de estas estructuras del crimen. La llegada de EL, a Santa Marta se da en 1968, su actividad inicial fue la de cultivador de café en zonas bajas de la SNSM para posteriormente, dedicarse como actividad común con otros campesinos, a la siembra y producción de la marihuana gracias a su consecuente rentabilidad en subzonas de la SNSM como Minca, San Pedro de la Sierra, Siberia y también en Quebrada el Sol del corregimiento de Guachaca entre otros lugares (1), adquiriendo con esto un liderazgo sin precedentes entre los “colonos” marimberos.
Con el transcurrir del tiempo, Hernán Giraldo Serna logró el dominio y la popularidad de mando entre la población de la Sierra, y casi que sin proponérselo, decide, como política, vincular a personas adeptas a él como familiares y amigos cercanos a su principal negocio.
Vincula a su hermano José Freddy Giraldo Serna, quien fue asesinado en 1977 en pleno mercado público a manos de asaltantes de campesinos, situación esta que lo motivó a integrarse a otros grupos de autodefensas existentes bajo el lema de los “Chamizos, que actuaban en complicidad con el F2 (posterior DAS) acentuado su radio de acción en el casco urbano de Santa Marta, dedicado a lo que se le llama “Limpieza Social”, que no era otra cosa que asesinatos selectivos.
Los chamizos aseguraban tener como metas legítimas “exterminar” la delincuencia común y lograr con ello un aprovechamiento económico mediante tributos voluntarios por el servicio de su protección y vigilancia, lo cual se reducía simplemente a extorsiones a los comerciantes, que de no cumplir con su cometido se materializaban en homicidios selectivos. (Serna, 2010).
Con el devenir de las acciones delictivas de este grupo, y ante la amenaza de una incursión guerrillera, Hernán Giraldo para el año 1979 utilizó la conformación de juntas de acción comunal en la SNSM en la vereda de Machete Pelao, donde predominó como líder para la consolidación de relaciones con colonos de la Sierra y autoridades políticas de la capital del departamento.
Ello le valió para aumentar su legitmidad y controlar los Chamizos y lograr conformar un grupo que no solo se dedicara a exterminar la delincuencia, también a establecer una fachada de seguridad privada masificando no solo sus hombres en las filas, sino sus modos selectivos de desplazamiento forzado, ampliando su espectro delictivo a todo nivel social y económico con el negocio de la cocaína. (Serna, 2010)
A partir de esta financiación, las Autodefensas Campesinas se hacen más drásticas al emitir una directriz, según la cual manifestaba que “quien no forme parte del grupo está en contra, y no puede habitar en el sector”, lo que generó el destierro y muerte de cientos de familias tildadas de colaboradores con la guerrilla.
El 3 de febrero de 2006 se desmovilizó con 1.166 hombres dejando como saldo más de 2.900 homicidios, el desplazamiento masivo más grande de la historia en Colombia: el de la Troncal, con más de 11 mil personas, más de 1.500 victimas reconocidas de desaparición forzada, cientos de tierras despojadas y más de doscientas niñas menores de 14 años violadas, más de 25 políticos beneficiados por su presión armada, asesinatos de sindicalistas, profesores y defensores de DD.HH. y una historia de dolor y muerte que aún se sigue contando por parte de Las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra, herederas y guardianas de su herencia sangrienta .