Tras un exitoso recorrido por festivales internacionales, GOLÁN, la ópera prima del director Orlando Culzat, llega a las salas de cine del país el próximo 21 de agosto. Galardonada con la Biznaga de Plata a Mejor Fotografía en el Festival de Cine de Málaga y el Premio Luis Ospina a Mejor Dirección en el FICCALI, GOLÁN propone una historia íntima y poderosa sobre los lazos familiares y el peso de los secretos, el despertar personal y el coraje de romper el silencio.
UNA HISTORIA QUE NOS INVITA A MIRARNOS DE NUEVO
Un viaje familiar inesperado se convierte para Pedro en la entrada a un mundo desconocido. Al acercarse a Margarita, descubre unalibertad que lo confronta con todo lo que creía saber, despertando algo profundo en él. Ante el fin de su inocencia, Pedro deberá encontrar su propia voz y decidir qué tipo de hombre quiere ser.
Golán es una historia sobre romper el molde y dejar atrás lo que se espera de ti, para descubrir quién eres en realidad. Un relato que surge de una mirada sensible sobre las fragilidades y contradicciones de la familia, donde su director nos presenta un espejo íntimo para cuestionar lo aprendido, reconocer el dolor y abrazar la incomodidad como parte del despertar.
“Los monstruos no siempre están lejos: a veces viven en la sala de la casa. Y aunque suene ingenuo, creo que el amor —ese que sacude, que despierta— puede ser la única salida.”
UNA PELÍCULA HONESTA, VISCERAL Y HERMOSA
Rodada en Calima – El Darién, la película envuelve al espectador en una atmósfera cargada de belleza, silencios incómodos y emociones contenidas. GOLÁN logra una verdad emocional que traspasa la pantalla, a través de las interpretaciones magistrales de Marcela Agudelo, actriz principal que regresa a la pantalla grande con un mensaje contundente para la sociedad actual. Junto a ella, Hilda Ruiz (La Tierra y la sombra, Cámara de Oro Cannes 2015), Jaime Castaño (El Vuelco del cangrejo, Berlinale 2010) y un elenco joven encabezado por el artista Jacobo Vera (protagonista).
El nombre GOLÁN remite a una ciudad refugio bíblica, pero aquí funciona como una poderosa metáfora: ese lugar donde el dolor ajeno se ignora, donde todo parece estar bien mientras lo esencial se pudre en silencio. La película parte de esa burbuja de privilegio y desconexión, para cuestionar las formas en que aprendimos a mirar — o a no mirar — el mundo que nos rodea.
