Brayan Ojeda buscaba aliviar una simple gripe, pero terminó con una grave infección que le costó la vida. La automedicación vuelve a estar en el centro del debate.
Lo que parecía ser un tratamiento común para aliviar los síntomas gripales terminó en una tragedia en Bucaramanga. Brayan Ojeda, un joven de 33 años, falleció días después de recibir una inyección con la combinación de diclofenaco y dexametasona, popularmente conocida como “matrimonio”, aplicada en una droguería.
Dos días después de la aplicación, Ojeda comenzó a sentir un dolor intenso en la pierna donde le habían suministrado la inyección.
Al notar que la molestia aumentaba y que su piel presentaba signos de inflamación severa, acudió a un centro médico, donde los médicos descubrieron que estaba infectado con una bacteria come carne (fascitis necrosante), una peligrosa enfermedad que destruye los tejidos del cuerpo a gran velocidad.
Pese a los esfuerzos médicos, el joven no logró sobrevivir. Su caso ha generado una gran alerta sobre los riesgos de la automedicación y la aplicación de medicamentos en lugares no certificados. “Muchos piensan que este tipo de inyecciones son inofensivas, pero no saben el peligro que representan si no se administran correctamente”, señaló un especialista en salud pública.
Las autoridades sanitarias han iniciado una investigación para determinar si hubo negligencia por parte de la droguería que suministró el medicamento.
La muerte de Brayan Ojeda se suma a otros casos que han encendido las alarmas sobre los riesgos de los llamados “remedios caseros” y las combinaciones de fármacos sin supervisión médica.
