Ya son 22 casas de construidas en tablas y con techos de zinc que albergan alrededor de 80 personas entre niños, ancianos y adultos.
Hace más de 20 años que en Santa Marta existe una zona de invasión que ha acogido a muchas familias desplazadas y ahora a las que han llegado de Venezuela. Sobrevivir en este lugar es casi que una tarea titánica, pues no cuentan con ningún servicio y por la puerta de las viviendas pasa el tren.
En la actualidad ya hay 22 casas construidas, hechas de tablas y con techos de zinc, ubicadas exactamente en cercanías al Country Club y frente a la línea del tren. En este lugar habitan más de 25 familias que han llegado a la ciudad como consecuencia del desplazamiento forzado.
Santa Marta Al Día hizo presencia en esta zona para conocer de cerca cómo pasan sus días estas personas, que llegaron provenientes de diferentes partes de Colombia golpeados por la violencia y en la actualidad el 50% de los habitantes hace parte de la población venezolana que ha migrado de Venezuela a esta capital.
Varias de las familias que viven en este sector, han decidido compartir su humilde vivienda con los hermanos venezolanos algunos los alojan gratis y otros les cobran un arriendo de 100 mil pesos mensual.
Continuando con el recorrido este medio digital dialogó con quienes habitan en el caserío sin nombre, pero que muchos conocen como ‘Villa Caracas’, y contaron que “no contamos con ningún servicio, pero ya tenemos más de 20 años acá y cada vez nos aferramos más a este lugar que fue la única parte en la hemos podido sobrevivir y salir adelante al lado de nuestros seres queridos”.
Miguel Lacera uno de los primeros pobladores de la invasión, reconoció el peligro al que están expuestos ellos y especialmente los niños debido al paso diario del tren, “sabemos que es un riesgo, pero no tenemos más a donde estar, nos prometieron hace 4 años que nos iban a reubicar en Ciudad Equidad, pero nunca salieron con nada”, contó.
Mientras Lacera expresaba los duros que ha sido vivir en una zona de alto riesgo, los niños que viven en el lugar y que ya superan los 60, se divertían en medio del peligro corriendo de un lado a otro sobre la línea férrea que les queda casi que, en la puerta de casa, la gran mayoría tampoco tiene la posibilidad de estudiar.
“Hemos pensado coger un terreno que queda frente a las casas para construirles un parque y una cancha, pero para eso se necesitan recursos y no los temeos por eso pedimos el apoyo de las autoridades y de personas de buen corazón, para que nuestros hijos puedan tener un especio de recreación”, manifestó Miguel.
Pero esta problemática es apenas una mínima parte del sin número de padecimientos que día a día deben enfrentar estas familias, “no tenemos alcantarillado, luz y mucho menos agua, con lo único que contamos son unas pozas sépticas donde se depositan las materias fecales”, anotó.
¿Cómo han hecho para tener agua y luz?
Pero como sin agua y sin luz no se puede vivir, los residentes ‘Villa Caracas’ decidieron aunar esfuerzo, y con sus recursos buscar la manera de obtener estos servicios. “Para el agua no las ingeniamos y la obtenemos de la tubería que conduce el agua al Irotama, aeropuerto y toda esa zona, sabemos que eso está mal, pero es la única forme de tener el agua y la necesitamos para vivir, nunca nos falta el líquido en las casas”, detalló.
Así mismo, para tener un poco de iluminación lo que “hicimos fue una recolecta y compramos lo que necesitamos para obtener la energía Country Club, prácticamente estamos robando luz. Pero queremos hacer las cosas bien con ayuda obtener este servicio de forma legal, hacemos el llamado a las autoridades y al mismo Fenoco que desde hace 9 años no nos visita para que nos ayude”, expresó Lacera.
El drama de las más de 25 familias del caserío sin nombre es el reflejo de una gran problemática que todos los días crece y sobre la cual ninguna autoridad o entidad ha volcado su mirada.