Con la muerte del Papa Francisco a los 88 años, se abre un nuevo capítulo en la historia del Vaticano. Más allá del luto, los ojos del mundo se dirigen al próximo cónclave, que contará con el colegio cardenalicio más amplio y diverso jamás convocado, reflejo del giro global que dejó su pontificado.
El fallecimiento del Papa Francisco este lunes a los 88 años marca el fin de un pontificado que transformó la geopolítica del Vaticano y dio voz a regiones históricamente marginadas dentro de la Iglesia. Pero su legado no se detiene ahí: con el 80 % de los cardenales electores nombrados por él mismo, su influencia se extenderá también al proceso de sucesión.
Con 135 cardenales menores de 80 años —número que supera el límite tradicional de 120 establecido por la normativa vaticana—, el próximo cónclave será el más concurrido de la historia. De ellos, 110 fueron nombrados por Jorge Mario Bergoglio, quien, aunque no consolidó un bloque ideológico homogéneo, sí sembró una semilla de mayor representatividad global.
Un mapa del mundo en la Capilla Sixtina
El nuevo colegio cardenalicio tiene una composición sin precedentes: cardenales procedentes de países como Mongolia, Lesoto, Irán, Tonga, Timor Oriental o Albania estarán presentes en la elección del próximo pontífice. En total, 24 cardenales latinoamericanos participarán como electores, aún por detrás de Europa, que mantiene 55 representantes, aunque con menor hegemonía que en décadas pasadas.
Italia, históricamente dominante en el Vaticano, tendrá solo 18 cardenales con derecho a voto, frente a los 28 que participaron en la elección de Francisco en 2013. El equilibrio de fuerzas ahora se inclina también hacia Asia, con 25 cardenales, y África, que contará con 18. El continente americano, en su conjunto, adquiere un protagonismo reforzado, con figuras clave como el argentino Víctor Manuel “Tucho” Fernández, cercano al pensamiento de Francisco.
¿Una continuidad reformista o un giro conservador?
Aunque los cardenales nombrados por Francisco no representan una línea única, muchos observadores consideran que su legado reformista —marcado por una Iglesia más cercana a los pobres, abierta al diálogo interreligioso y crítica con las estructuras de poder rígidas— pesará en el discernimiento del nuevo líder de la Iglesia católica.
Sin embargo, no hay certezas. La elección del nuevo papa no es automática ni previsible. Los intereses geográficos, doctrinales y personales de los cardenales serán determinantes en una votación que podría sorprender.
Latinoamérica con voz fuerte en la elección
Los 24 cardenales latinoamericanos electores representan un bloque significativo que, aunque no mayoritario, sí tendrá capacidad de incidencia. Brasil lidera la representación regional, seguido de Argentina, México, Chile, y otros países como Colombia, Uruguay y Perú.
Entre ellos, destacan nombres con peso doctrinal y pastoral, como el brasileño João Braz de Aviz, o el colombiano Luis José Rueda, arzobispo de Bogotá. Aunque un segundo papa latinoamericano podría parecer improbable, no se descarta en un colegio cardenalicio que, más que nunca, es reflejo de un mundo en transformación.
El futuro de una Iglesia global
El impacto del Papa Francisco se sentirá incluso después de su partida. Su visión de una Iglesia que sale de los centros tradicionales del poder eclesial para abrazar los márgenes del mundo es hoy una realidad visible en la composición del cónclave.
Mientras se ultiman los preparativos para las exequias del pontífice argentino, el Vaticano se alista para uno de los momentos más solemnes y decisivos de la vida católica: la elección de su próximo guía. Y por primera vez en la historia, esa elección será verdaderamente global.
