La familia de Jhorman Estiben Martínez Cano vuelve a sufrir los estragos de la guerra: su madre fue asesinada por paramilitares y ahora él está en poder del ELN. Una delegación social del sur de Bolívar exige su liberación inmediata.
La violencia que un día marcó a sangre y fuego a la familia de Jhorman Estiben Martínez Cano ha regresado. Hace años, su madre, Alba Lucía Cano Palacios, fue asesinada por el Bloque Central Bolívar de las extintas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Hoy, él mismo es víctima del conflicto: está en poder del Ejército de Liberación Nacional (ELN), que lo secuestró el pasado 23 de mayo.
Jhorman, un joven trabajador de 28 años, fue interceptado en horas de la madrugada mientras se desplazaba en una camioneta por la vereda San Benito, en zona rural de Santa Rosa del Sur. Hombres armados lo obligaron a detenerse y lo llevaron consigo, presumiblemente hacia zonas montañosas controladas por el ELN, en la Serranía de San Lucas.
Desde entonces, no se sabe nada de su paradero. Su familia vive una angustia que revive heridas del pasado. “Es como si la guerra no nos soltara nunca”, dicen allegados desde el corregimiento de Aguasucia, en el municipio de San Pablo, donde Jhorman es muy conocido y querido. Su pequeña hija lo espera en casa, sin comprender por qué no ha regresado.

Ante la falta de respuestas, una comisión de líderes sociales del sur de Bolívar ha decidido emprender una expedición humanitaria hacia los territorios controlados por el ELN, con el único propósito de exigir la liberación de Jhorman. “Lo queremos vivo, libre y de vuelta con su familia. Su historia no puede terminar como la de su madre”, expresan.
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La desaparición de Martínez Cano ha desatado una ola de solidaridad en la región y ha renovado las denuncias de comunidades campesinas que sienten que el conflicto nunca se fue. Organizaciones sociales del Magdalena Medio han alertado sobre la crítica situación de seguridad en estos territorios, donde los grupos armados siguen imponiendo su ley.
Además del llamado urgente al grupo armado para que respete la vida de Jhorman, las voces del sur de Bolívar piden al Estado colombiano acciones concretas para garantizar la vida de los civiles en zonas históricamente afectadas por la violencia.
“La guerra nos arrancó a una madre, y ahora pretende llevarse a su hijo. Basta ya”, clama una de las tías de Jhorman, al borde del llanto.
